Pues sí: «SOY GORDA, PERO NO FEA». Y esa, sensibles lectores, es la conclusión a la que llego MARIE-NOËLLE HÉBERT, esta diseñadora y dibujante -en gran parte autodidacta- canadiense mientras escribía e ilustraba su historieta, su primera novela gráfica que tantos premios, reconocimientos y satsifacciones le ha dado: «GORDA Y FEA». Y es que así se llamó a sí misma por muchos años, desde que se miró en el espejo cuando tenía 11.
El padre de Marie-Noëlle opinaba que comía mucho, pero ella era una niña feliz. Sin embargo, ese «hay que ver cómo come Marie-Noëlle» empezaba ya a perturbarla. Preadolescente, la comida se convirtió en una obsesión, y a las observaciones no demasiado malintencionadas del padre comienzan a sumarse las de su entorno. Sus familiares, amigos y compañeros en la escuela solían, a veces sin darse cuenta, hacer comentarios sobre su cuerpo y sobre lo que comía, algo que la hacía sentirse peor.
En realidad fue así siempre, desde que en esos 11 años, un día, se miró en el espejo y se dió cuenta de que era gorda y fea -era lo que la gente le decía- y el odio hacia su cuerpo le hacía comer más y más. Y entonces, cada vez que se sentía triste, se «embuchaba» de patatas fritas hasta tener ganas de vomitar, y se odiba más y más. «La angustia, nos dice ella misma, y el sentimiento de soledad iban en aumento por las imágenes de belleza perfecta que vemos desde la infancia: las barbies, las princesas y las actrices». Era una espiral que la atrapaba y no la soltaba, hasta que, ya de joven-adulta, decidió buscar ayuda y comenzó un proyecto para compartir su historia y narrar el proceso de reconciliación consigo misma.
En ello empezó a darse cuenta de que, pese a que son muchas las personas que se consideran a sí mismas gordas y feas, en realidad nadie lo es.
Relato, en verdad, crudo y conmovedor, sin concesiones, sobre los prejuicios ligados a la apariencia física y a los cánones de belleza del cuerpo femenino, «GORDA Y FEA» narra el proceso de reconciliación de la autora consigo misma y con los demás, cómo logró transformar el odio y el desprecio que durante mucho tiempo leprodujo su cuerpo en un poderoso motor de creación. En un trabajo muy personal con el que muchas personas se han sentido, y se sentirán, identificadas. En una novela gráfica que es un puñetazo en el estómago, dura, violenta incluso, pero de una gracia y una belleza admirables.
Enteramente trabajada a lápiz, esta obra es una lección de humildad, un grito de denuncia, un canto al cuerpo de la mujer, al valor de la amistad… Un libro para todos, que nos hace mejores.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz