El futuro del tambor en Albalate está asegurado gracias al compromiso con la tradición de los más pequeños
Los pequeños se fijan en los medianos. Los medianos toman ejemplo de los mayores y estos, no pierden de vista a los adultos. Así funciona y así ha funcionado siempre. Es el código no escrito de los tamborileros por el que durante años y años los toques han trascendido de generación en generación.
Mantener viva la inquietud en los pequeños es fundamental para que la tradición perviva. De hecho, conviene recordar que todo lo que va a suceder a partir del domingo lleva un trabajo previo que comienza meses antes de la Semana Santa en forma de ensayos. Entre todos los grupos, estiman que en Albalate se supera el centenar de tambores y bombos practicando. Son cuatro agrupaciones: la de los pequeños (5 a 8 años), la de infantiles (8 a 14), la juvenil (14 a 17) y la de los mayores. También hay otro grupo de adultos, una cuadrilla relativamente reciente que va en aumento. Está compuesta por gente que, o bien desea aprender, o bien, acusa la falta de práctica de años atrás y acude a perfeccionar.
El objetivo con los más jóvenes es que, además de que aprendan el toque, aprendan los nombres y razón de ser. «Son inquietos y preguntan, se interesan y eso es importante porque, más allá de dobles palillazos o redobles, deben saber qué están tocando porque son las marchas de su pueblo», dijo Pili Ayuda antes de enumerar unas cuantas como «La Jota», «La Palillera», «La Raspa», «La del Calvario», «La Matabombos», «La del Bombazo», «Los Caballitos», «La del Palillazo» o «La del Palillo», entre otras. De hecho, el año pasado se propuso a todo el mundo bajar al Molino de la Sociedad a practicar los toques de siempre tres días antes de Romper la Hora. Esta tradición de quedar de forma casi espontánea se perdió hace muchos años. A pesar de ser días laborales y con frío, algunos se animaron a tocar, sobre todo, más de uno que solo saca el tambor en estas fechas y busca «refrescar».
Ayuda es una de las cinco personas que se encarga de los grupos. Sin embargo, ninguno está solo ya que en muchas sesiones varios juveniles acuden a colaborar y «echar una mano» con los infantiles que, poco a poco, van aprendiendo de ellos. «Algunos infantiles pasarán con ellos en un par de años y así van viendo las diferencias porque el salto se nota», dijo. «Lo tienen que hacer porque son el futuro, los mayores no vamos a estar toda la vida», añadió. De hecho, los juveniles ya han representado a Albalate. «En las Nacionales de Calanda salieron ellos. Así se motivan y saben lo que es pasar nervios», aseguró y destacó, sobre todo, el ambiente. «Vienen porque les apetece y eso es lo principal que hay que cuidar», concluyó.