Este año me he alegrado muchísimo al saber que el Premio Nacional de Narrativa iba a parar a las manos de una escritora verdaderamente genial, y que, sin embargo, entre el gran público, pasa casi desapercibida, ocultada por los fulgores mediáticos de «grandes» escritores de poca literatura; me refiero a CRISTINA FERNANDEZ CUBAS y a su libro de relatos: «LA HABITACION DE NONA», editado por Tusquets. Creo que el premio no es solo un reconocimiento a esta catalana nacida en 1945, de pluma elegante y enigmática, cargada de enorme calidad y sabiduría; es también el reconocimiento del cuento como género grande y esencial en la historia de la literatura, y en donde esta autora, quizás la mejor heredera de Emilia Pardo Bazán, alcanza la esencia y la vitalidad propias de lo mejor de este género.
FERNADEZ CUBAS, además de dos novelas y una obra de teatro, publicó cinco libros de relatos (todos ellos verdaderamente maravillosos); sin embargo, después del fallecimiento de su marido, el escritor Carlos Trías, cayó en ese «tiempo de silencio» durante ocho años. Su vuelta, con «LA HABITACION DE NONA», ha sido esperado por muchos de sus fervorosos lectores; y no ha defraudado. Este es un libro enigmático, emocionante e inteligente: «El relato, nos dice la escritora, exige una complicidad del lector y un esfuerzo que no todo el mundo está dispuesto a hacer. Se trata más de sugerir que de contar y eso tal vez haga que el número de lectores sea más reducido». Pocos escritores como CRISTINA FERNANDEZ CUBAS son capaces de revisitar la infancia y la madurez, la soledad y la familia, la cotidianidad de nuestras casas y nuestras ciudades y descubrirnos, con la precisión e irónica elegancia de su escritura, que en todos esos ámbitos tal vez aniden inadvertidos el misterio, la sorpresa y el escalofrío.
Así, conoceremos a una niña que siente una envidia creciente hacia su hermana Nona, a quien todo lo que le ocurre es «especial» y, lo que es peor, le ocurre a escondidas. O a una mujer al borde del desahucio que confía en una benévola y solitaria anciana que la invita a tomar café. A un grupo escolar que comenta un cuadro, y de repente alguien ve en él algo que perturba la serenidad. O a la propia narradora que se aloja en un hotel madrileño y al salir vive un salto en el tiempo.
En fin, estad preparados, los que os acerquéis a este genial libro, a vivir una experiencia maravillosa e inolvidable: parece que todo él está tocado con una varita mágica que va salpicando y enlanzando sus historias, mezclando lo cotidiano y lo fantástico con esa maestría que sólo poseen los grandes escritores.