La familia Molina-Moré pertenece a la cofradía de «El Santo Entierro» desde su fundación, hace cuatro generaciones, y continúa a día de hoy incorporando nuevos y jóvenes cofrades a este colectivo
Raimunda Molina recuerda perfectamente los inicios de la cofradía de «El Santo Entierro» de Caspe, también conocida como «La Cama». Ella es hija de María Cebrián, una de sus fundadoras. Cuatro generaciones después, sus sobrinos-nietos Marta, Ana y Pablo tocan el tambor en la misma cofradía, junto a sus padres, primos y tíos. «La Cama» nunca ha dejado de ser la cofradía familiar, algo que se ha ido heredando, y ella espera que eso dure muchos más años y generaciones. Ha habido más de veinte miembros de esta familia en la cofradía.
La historia de este colectivo es conocido por muchos. Empezó como una cofradía de viudas. Sus sucesores fueron los varones de las mismas, y finalmente se abrió el abanico para que volvieran a pertenecer mujeres a la cofradía. Raimunda fue una de ellas. Todavía conserva muchos objetos de la época, que guarda con cariño y que desempolva, limpia y adecenta cada año para las fechas de Semana Santa. «Nuestra familia estaba muy implicada en la cofradía de La Cama, tanto que incluso guardamos durante varios años al Cristo en uno de los cuartos de la casa, tumbado en una cama, mientras arreglaban la iglesia», explica Raimunda.
Esta situación provocó más de una anécdota que ha ido compartiéndose generación tras generación. Una muy divertida en especial: un día un joven del pueblo acudió a la vivienda familiar a merendar, y abrió por error el cuarto donde descansaba la imagen del Cristo. Se asustó tanto pensando que era una persona real, que acabó alarmando a todo aquel que se encontraba en las inmediaciones de la casa.
Esa entre otras muchas historias descansa en la mente de Raimunda, ahora con 87 años, continúa siendo cofrade de La Cama, siendo una de las más veteranas. Sin embargo, a día de hoy no puede participar activamente en los distintos actos religiosos. Lo que más le gusta de toda la Semana Santa es contemplar cómo pasa la procesión de su cofradía. Al no poder caminar junto a sus compañeros y familiares, ella se asoma cada año a la ventana, que da justo a uno de los primeros momentos de la procesión, cuando sacan el paso desde la Parroquía Santa María La Mayor. «No me lo voy a perder nunca, hasta que el cuerpo aguante», afirma la caspolina.
Su sobrina, Mari Carmen Moré, ha continuado la tradición familiar junto a su marido, Jesús Orea, y sus hijas Ana y Marta, quienes tocan el tambor cada año desde muy pequeñas con el resto de niños de la cofradía, y que han hecho un grupo de amigos a raíz de esta experiencia. «Es uno de mis momentos favoritos del año, estoy deseando que llegue», apunta Marta Orea, de 14 años. Pablo Moré con tan solo 3 años, y Martín Sala, sobrinos de Mari Carmen, también tocan en esta cofradía junto con sus primas Antonia y Conchita Molina.
Mari Carmen está tan implicada que incluso pertenece a la junta de la cofradía desde hace más de diez años. «Hay muy buen ambiente, muy familiar, y es algo que se va heredando de padres e hijos», explica Mari Carmen. «Si seguimos cada año está claro que es porque te sientes cómodo y bien por la gente, sino no lo haríamos».
Uno de los momentos preferidos de la Semana Santa de Caspe la familia es, sin duda, la procesión del Viernes Santo, donde participan junto al resto de cofradías en el Santo Entierro y Cierre del Sepulcro. Y ahora todavía más, que la cofradía tiene un poco más protagonismo durante el Domingo de Ramos.
La jornada del Encuentro de Bombos, Tambores y Cornetas del Bajo Aragón zaragozano es algo que también gusta mucho a esta familia, y que procura no perderse nunca. Y eso hicieron el pasado sábado, 17 de marzo, cuando viajaron hasta Fabara para participar en su veinte aniversario. «Es un momento muy divertido y ameno que pasamos todos juntos», comenta Mari Carmen. «Ahora, estamos esperando con muchas ganas que comience por fin la Semana Santa de Caspe».