Antes de recibir el Premio Princesa de Asturias en 2015 por el conjunto de su obra, el escritor cubano LEONARDO PADURA había logrado ya el reconocimiento internacional por su buen hacer en un amplio registro literario. Novelas excelentes como «El hombre que amaba a los perros» (genial indagación en la figura de Mercader, el asesino de Trotski), o «Herejes» (Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza), han ido elevando su categoría de escritor hasta ocupar uno de los primeros puestos en las letras hispanoamericanas. Sin embargo, ha sido con su serie de novelas policíacas protagonizadas por el detective Mario Conde (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia), traducidas a numeroso idiomas y merecedoras de los mejores premios (como el Dashiell Hammett), con las que ha conseguido la excelencia y el fervor de los lectores. En estos primeros días del año PADURA nos regala su última entrega, quizás la más arrebatadora: «LA TRANSPARENCIA DEL TIEMPO».
En ella veremos a un Mario Conde enfrentado a «la obscena llegada de la vejez»: a punto de cumplir los sesenta años se siente ya cansado, desengañado y escéptico, sobrepasado, dejado atrás por este mundo nuevo y la dictadura de su urgencia: nada sabe Conde del universo de los celulares o de Internet… Y sin embargo, curiosamente, en esta octava aventura, la Red puede tener parte de la clave de la madeja que está intentado deshilvanar: Un antiguo amigo del instituto le ruega que recupere la estatua de una virgen negra milagrosa que le han robado. Conde no tardará en descubrir que esa pieza es múcho más valiosa de lo que le han dicho, y que proviene del abuelo español de su excompañero, quien, huyendo de la Guerra Civil española, la trajo a Cuba desde una ermita del Pirineo catalán. Cuando sospechosos y cómplices del robo aparezcan asesinados, Conde intuye que le está siguiendo los pasos a una peligrosa trama de traficantes de arte.
En un excepcional ejercicio literario, PADURA va intercalando la trama de la investigación con la epopeya, a lo largo de los siglos, de la estatua, que va retrocediendo por estos hasta llegar al oscurísimo corazón de la Edad Media (hasta Roger de Flor). Al tiempo que funde, de manera magistral, todas esas pesquisas, veremos a Conde adentrarse en los barrios más oscuros y miserables de una Habana que se derrumba y que se ve privada del derecho a soñar de sus miles de habitantes, transida de dolor por la terrible crisis que asola el país. Reflexiones todas ellas con las que PADURA siembra las páginas de esta su última novela coral, magnífica y de una calidad literaria verdaderamente grande.
Recomendable, muy recomendable.