El artista Miguel Guillén ya ha terminado todos los balcones de su casa, tallados a mano y con iluminación
Con la colocación del balcón dedicado a «El Cant dels Ocells», Miguel Guillén Portolés ha terminado lo que se convirtió en un proyecto de vida: la decoración de la fachada de su casa, de piedra y madera. Miguel ha elaborado a mano cada uno de los balcones de su residencia de Alcañiz. El del primer piso, el último en colocar, está dedicado a la tradicional canción catalana, que se popularizó gracias a la adaptación a violonchelo de Pau Casals que interpretó en 1971 después de recibir la medalla de la paz de la ONU. La melodía se convirtió en un símbolo de libertad en plena dictadura franquista. Este balcón le ha costado más tiempo del que le hubiera gustado debido a que, por motivos de salud, no podía dedicar muchas horas a tallar la madera, un trabajo minucioso que requiere estar de pie y utilizar la fuerza. No le faltan los pájaros, notas musicales y hasta a Casals tocando su violonchello. «Me formé en el Museo de la Música de Barcelona, donde era el responsable del taller, por lo que he querido dedicar un balcón a esta melodía que se convirtió en un himno de paz», explica.
Miguel es un artista autodidacta que comenzó a trabajar de pastor en su pueblo, Dos Torres de Mercader, y dedicó su vida profesional en Barcelona a la talla de madera. Aunque no tiene vinculación familiar con Alcañiz, él y su esposa, Pilar Lafuente Gil, compraron dos casas contiguas para pasar en el Bajo Aragón una tranquila jubilación. La reforma comenzó en 1977 y residen de forma permanente desde hace 16 años. La casa, situada cerca del arco de Loreto, la calle Luis Jover, llama la atención por su particular estética, ahora mejorada con iluminación. Está llena de colorido con una mezcla de colores de su Maestrazgo natal aunque, cuando uno se acerca es cuando se aprecia sus numerosos detalles.
El más llamativo es el balcón del tercer y último piso, dedicado a la Ruta del Tambor y Bombo. En la parte posterior se lee el nombre completo de la Ruta y una imagen tallada a mano de cada una de las nueve localidades. Miguel no dejó ni un detalle al azar, por lo que se recorrió todos los municipios preguntando a los ayuntamientos qué panorámica querían que representara. Por ejemplo, se puede ver la Iglesia de Híjar, la ermita de Santa Quiteria de Samper, San Macario de Andorra, el Bombo de Calanda y la Fuente de los 72 Caños de Alcañiz. En los barrotes se pueden ver tamborileros de los pueblos y en la parte superior del balcón, cofrades y tambores.
Además, el balcón del segundo piso está dedicado a la naturaleza y decorado con reproducciones a pequeño tamaño de caracoles.
Aunque el matrimonio no tiene vinculación directa con Alcañiz, decidió comprar dos casas que unieron para contar con una segunda residencia en la que pasar una tranquila jubilación. Él es de Dos Torres de Mercader (pedanía de Castellote) y ella de Santa Eulalia de Gállego (Hoya de Huesca); aunque se conocieron y residieron durante su vida laboral en Barcelona. La reforma de la vivienda comenzó en el 77 y residen en ella de forma permanente desde hace 16 años.
La historia de Miguel se remonta a 1933, cuando nació en una familia de labradores. A los 12 años comenzó a trabajar de pastor, por lo que se le conoce como El Pastorcico de Dos Torres. Este oficio le permitió poder tener muchos ratos libres para dedicar a su afición la escultura. Con la ayuda de una navaja o trozos de cristal realizaba pequeños trabajos. Por la recomendación de un maestro, con 15 años sus padres lo llevaron a Barcelona como aprendiz de carpintero. Después, pasó por alrededor de una quincena de talleres al correrse la voz sobre su trabajo. Siempre, realizando tallas de mueble. Posteriormente, trabajó en varios museos municipales como restaurador. Se jubiló en el de la Música, en el que fue el encargado de crear el taller de restauración de instrumentos. De estos años recuerda que al principio no tenía un espacio propio por lo que los primeros trabajos los realizó en los baños del centro. Aunque anteriormente había iniciado estudios de dibujo que tuvo que abandonar por motivos económicos, finalmente en el 73 logró graduarse en Talla de Madera con varios premios gracias al apoyo de su esposa. En el 92 se jubiló por accidente laboral al cortarse una falange. Aún así, siguió trabajando fabricando tallas de vírgenes para así pagar la reforma de la vivienda de Alcañiz.