Tres de sus componentes forman parte de la banda de cornetas del Nazareno desde su fundación en 1955
Las tradiciones de la Semana Santa pasan de padres a hijos como un rico legado en Alcañiz. El relevo generacional mantiene vivas a las cofradías y a las costumbres más arraigadas que se van enriqueciendo con las aportaciones de la experiencia de los mayores y las ganas e ilusiones de los jóvenes. Es el caso de la familia Royo, a la que le une desde hace más de 60 años la música y el sonido de las trompetas con la Cofradía del Nazareno. Y es que en este tiempo son ya tres las generaciones (uno de sus nietos hizo también sus pinitos) que han formado o forman parte de la banda de cornetas de esta hermandad.
El iniciador de esta generación es José Royo, que también tuvo el privilegio de ser uno de sus fundadores con tan solo 16 años. Recuerda con cariño y cierta nostalgia que en 1955 la mayoría de los integrantes era gente mayor que había tocado en el ejército. Entonces comenzaron 17 personas y el primer «cabo» fue Francisco Ariño. De la primera salida en la procesión, José guarda en su memoria cómo llovía aquella noche lo que obligó a que la procesión se suspendiera y se realizara el Jueves Santo por la mañana. La tradición por tocar la trompeta se la inculcó a sus hijos desde la muy tierna edad. «Eran muy forofos, en especial, José Ángel». De esa tradición y de ese sentimiento por la trompeta tanto José Ángel y Alberto (hijos de José y Leonor) pronto entraron a formar parte de la banda de cornetas. José Ángel, que es el «cabo» desde 1986, recuerda que su primera procesión la vivió con cierto nerviosismo pero confiado en hacerlo bien ya que contaba con el apoyo de su padre.
Desde el año de su debut hasta la actualidad, José Ángel no ha dejado de faltar ningún año a su cita. Es más, junto con su hermano Alberto, integran una excelente dupla que junto con el resto de los compañeros hacen de esta banda de cornetas una de las mejores de la Semana Santa del Bajo Aragón. Antonio, y Arturo (hijos de José Ángel y de Manoli) y Paula, Carla y Rubén (hijos de Alberto) siguen vistiéndose todos los Miércoles Santo con su túnica azul, su caperuzo blanco y su capa roja, porque al igual que sus progenitores se declaran cien por cien nazarenos.