Más de 1.500 cofrades procesionaron acompañando al Nazareno
La excelente noche primaveral que se vivió ayer en Alcañiz se vio reflejada en el número de participantes que, ataviados con sus túnicas azules, capas rojas y capirotes blancos; desfilaron en la procesión de la Hermandad de Jesús Nazareno que recorrió la parte baja de la ciudad.
Durante cerca de tres horas, los penitentes, al ritmo de la banda de tambores y cornetas acompañaron por las calles de Alcañiz a los pasos de la Cruz Morada, el Nazareno y el Cirineo, el Cristo Atado a la Columna y a La Verónica. La procesión arrancó a las diez y media de la noche desde la iglesia parroquial tras las palabras de salutación de los hermanos mayores y del presidente y una vez dados a conocer el nombre de los nuevos hermanos. El sonido de la banda de tambores que retumbó en el interior del edificio religioso fue el prolegómeno de un desfile procesional que fue presenciado por numeroso público que llenó calles y plazas, balcones y ventanas de las casas por las que pasó la procesión. Un desfile que en este año incorporó como novedad a un grupo de nueve tambores en la parte delantera y un nuevo toque que interpretó la banda de cornetas al comienzo de la procesión justo en el momento en el que el paso del Cristo Atado a la Columna hacía su aparición por delante del pórtico de la excolegiata. El momento más impactante y que quedó grabado en la retina de los asistentes que presenciaron la procesión se produjo con la llegada de la comitiva a la Plaza de España en la que la banda de tambores y cornetas rindieron honores a toda la comitiva.
Antes de la procesión y, como marcan los estatutos de la cofradía, se impusieron las capas a los hermanos mayores de turno y honor. El de turno, Luis Ballester, fue el primero en recibirla. Posteriormente fue Miguel Perdiguer al que Eugenia Rueda y Diana Andreu colocaron la capa sobre sus hombros y le hicieron entrega del cetrillo. Tanto Luis como Miguel expresaron su ilusión y su alegría por haber tenido la posibilidad de ostentar dichos cargos y por el privilegio que les suponía desfilar acompañando a los pasos de Jesús Nazareno y el Cirineo y a La Verónica. Una vez finalizada la procesión, todos los participantes degustaron en el antiguo Mercado de Abastos, las típicas tortas de Pascua, acompañadas de chocolate y de moscatel.