Perdonad, pacientes lectores, si esta semana me alargo un poco más de la cuenta. Pero es que, y sin ningún tipo de duda, el libro que os recomiendo lo requiere. Y es que no estamos ante un libro de género narrativo o poético, si no ante uno que podríamos denominar: libro-dinamita, porque cuando lo has leído explota en tu cerebro, cambiando el modo de ver las cosas, de ver la vida.
La historia de «MI VIAJE AL OTRO LADO DE LA REALIDAD» empieza en el año 1857. Su autor, un joven LEV TOLSTÓI de 29 años que ya se había dado a conocer con unos relatos semiautobiográficos y otros basados en la guerra de Crimea: «Relatos de Sebastopol» (en la cual participó y que dejó ya honda huella en él), se encuentra de visita en París. TOLSTÓI es miembro de la aristocracia rusa y su vida está dedicada a escribir, viajar y a asistir a fiestas de la nobleza. sin embargo, ese día de 1857 se encuentra en París y allí asiste, por casualidad, a la ejecución pública de un pobre hombre. Aquel hecho, trivial en la época, supuso para él la caída de un velo. Ese mismo día escribe a un amigo, le relata el terrible espectáculo y concluye: «La verdad es que el Estado es una conspiración diseñada no sólo para explotar, sino sobre todo para corromper a sus ciudadanos. De ahora en adelante, nunca serviré a ningún gobierno de ninguna parte». Había nacido un nuevo Tólstoi; pero el camino será largo.
Cuatro años después, visita al al gran pensador anarquista Proudhon. Pasan noches enteras hablando y, bajo su influencia, regresa a Rusia y decide asentarse en el campo, en su finca de Yásnaya Poliana, en busca de una vida más honesta. Sin embargo, un día decide visitar Moscú, el otro Moscú, no el de los palacios y salones de baile. Y lo que encuentra allí supera todo lo imaginable. Es un viaje al otro lado de la realidad. Es el viaje que se cuenta en este libro. Como un fantasma incrédulo llevado de la mano de Dickens, TÓLSTOI nos cuenta su recorrido por los barrios más pobres de la ciudad, las viviendas obreras, los hospicios, los asilos y los arrabales. Su conciencia social toma forma por primera vez: el dolor, el sufrimiento y la injusticia innombrables que contempla hacen masa con su propia carne.
Lo que siguió después es conocido por todos: escribe alguna de las obras más hermosas de la literatura universal, pero también reniega de la aristocracia, del lujo y de la vida en sociedad. Vive con los campesinos, crea una escuela para sus hijos siendo su profesor, autor y editor de los libros de texto que estudiaban. Empieza a cartearse con Thoreau, con Bernard Shaw y, sobre todo, con Gandhi quien se imbuye de su filosofía de la no-violencia y monta con ella su revolución pacífica.
Pero todo empieza con este libro, en él nos ofrece una teoría perfectamente sólida y capaz de avalar una transformación completa de la sociedad que puede hacer auténtica una justicia para todos los seres humanos. Así la dejó escrita, y hoy sigue siendo tan válida o más que entonces. Sólo hay que leer este libro y que su dinamita explote en nuestro cerebro.
Miguel Ibáñez. Librería de Alcañiz