Previamente, se celebró la procesión del Santo Entierro por la parte alta y baja de la ciudad
Miles de tambores tiñeron ayer de azul la plaza de España de España para vivir uno de los momentos más emotivos de la Semana Santa alcañizana: el Sellado del Sepulcro de Cristo. Previamente, se había celebrado la procesión del Santo Entierro, la más larga y más multitudinaria de todas las que celebran actualmente en la capital bajoaragonesa porque, además de los tambores, también cuenta con la participación de unas 300 baturras y baturros vestidos con la indumentaria tradicional.
Tras colocar en el centro de la plaza la imagen del Cristo Yacente, la Guardia Romana custodió la caja de madera que los cofrades bajaron de la ex Colegiata Santa María la Mayor, así como las cintas y la sábana que cubriría la imagen de Jesús. Una vez cubierta, la caja fue colocada sobre la imagen. Todo bajo un absoluto silencio que reinó el ambiente de la céntrica plaza alcañizana, muy emocionada de poder revivir de nuevo el momento. Fue el párroco de Alcañiz, Pablo Roda, el que ofreció una breve oración a los presentes. Giró en torno a la Resurrección, de la que dijo que es la respuesta de Dios y, sobre todo, la victoria sobre la muerte. En todo momento estuvo custodiado por los mayordomos, el prior y la Dolorosa.
Tras celebrar la transición entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el sacerdote exclamo: «¡Que suenen los tambores de Alcañiz!». Y un emocionante estruendo rompió el sobrecogedor silencio que reinaba en la ciudad. Y fue el último, ya que los tamborileros aguardarán ahora hasta el próximo año para emprender, de nuevo, el toque.
Así, la plaza quedó teñida de azul, el color característico de la Semana Santa alcañizana, poniendo de manifiesto entre los presentes, muchos de ellos turistas y visitantes, que la tradición está más viva que nunca y que la pasión por el tambor es, a día de hoy, mucho más fuerte. En este sentido, llamó la atención la presencia de muchísimos niños y jóvenes que, con sus respectivos tambores, salieron en procesión y aguardaron, emocionados, el Sellado del Sepulcro.