Ahora, tenebrosos lectores, que ya se nos echa encima una de las festividades más importantes de nuestro calendario: Todos los Santos; día -y noche- que siempre ha sido propicio a hablar o soñar con espectros y fantasmas, me gustaría celebrarlo con todos vosotros como, en verdad, se merece: leyendo por la noche, con una luz ajustada, alguno de los relatos de un escritor un poco especial. Un escritor definido como: «Librepensador, ateo, feo, cicatero, soltero recalcitrante, aunque bígamo, adicto al láudano…», todo eso y mucho más fue WILKIE COLLINS, uno de los escritores más célebres de la Inglaterra victoriana y maestro indiscutible del misterio y de la intriga -como bien propagó el gran Borges-. Falleció en 1889 y sobre su tumba, en Kensal Green, se yergue una austera cruz de piedra.
COLLINS fue uno de los iniciadores del género policíaco, pero, sobretodo, fue un genio del suspense: sus tramas envuelven al lector en una atmósfera de miedo y fantasía, de patética zozobra, y le sorprenden por sus imprevisibles desenlaces. Así lo admitió enseguida el que llegó a ser su gran amigo: Charles Dickens, quien le publicó en su revista las que fueron sus dos grandes novelas: «La dama de blanco» y «La piedra lunar» (quien todavía no las haya leído, se está perdiendo dos de la mejores obras de la Literatura Universal).
Los cuentos reunidos en : «MONKTON EL LOCO Y OTROS CUENTOS DE TERROR Y MISTERIO», editados por la exquisita editorial Valdemar en su coleción Gótica, muestran el certero instinto del autor para mantener en suspenso la atención del lector. En el relato que da título al libro, y que es el más famoso, Alfred, joven heredero de la rica abadía de Wincot, cancela inexplicablemente su boda y parte para Italia en busca del cadáver de su tío… quizás lo impulsa la maldición de la locura hereditaria que se rumorea que arrastra su familia? Podéis suponer lo que queráis, pero en COLLINS nada es lo que parece. Su habilidad para retorcer, hilvanar y reinventar tramas mediante detalles ambientales o personajes secundarios logra que cada uno de ellos nos desvele la cara siniestra de la vida cotidiana.
No sé si tendréis un día feliz de Todos los Santos; pero la noche, y con el libro de WILIIE COLLINS entre las manos, de seguro que os será siniestra.
Miguel Ibáñez. Librería de Alcañiz