Cientos de personas han abarrotado la plaza España para presenciar el final de la Semana Santa alcañizana
La Semana Santa alcañizana ha llegado a su final con la procesión de las Palometas, uno de los momentos más característicos y especiales vividos en la capital bajoaragonesa. Con la apertura de la granada, las palomas alzaron el vuelo simbolizando la vuelta a la vida de Jesús en el Domingo de Resurrección.
Pese a las nubes, cientos de personas abarrotaron la plaza España para presenciar la procesión de las Palometas. Cuando el reloj marcaba la una de la tarde, el ritual dio comienzo. Desde la Lonja emergió el sonido de los primeros acordes de Aleluya, una banda sonora, interpretada por la Unión Musical Nuestra Señora de los Pueyos, que acompañó a la procesión durante el tiempo que estuvo en escena.
Los ojos de los presentes estaban puestos en dos puntos clave. El primero en la Iglesia Santa María la Mayor, donde iniciaban su camino los representantes eclesiásticos y la corporación musical. El segundo estaba en la calle Espejo, donde apareció la peana de la Virgen del Carmen, cubierta por la tradicional granada de las Palometas, y que descendió hasta mitad de la plaza con la compañía de un grupo de jóvenes alcañizanos.
Los cofrades que cargaban con la Virgen realizaron las tres inclinaciones de la granada y entonces llegó el momento más esperado. Una vez más fue Vicente Dobato, secretario de la cofradía, el encargado de tirar del cordel que abrió la granada facilitando el vuelo de las palomas hacia el cielo. Un momento único que dejó con la boca abierta a más de uno. Entre los más jóvenes, caras se asombro que miraban como las palomas sobrevolaban sus cabezas y escapaban entre las nubes del cielo.

La plaza alcañizana rompió en un sonoro aplauso que fue una mezcla de sensaciones. Alegría por la simbología del acto, la Resurrección de Cristo, y tristeza por saber que la Semana Santa llegaba a su final. Por delante, un año de espera y de preparación para volver a ver a las peanas recorrer el centro de Alcañiz envueltas por el característico sonido de los tambores alcañizanos.