La escritora británica ANGELA CARTER murió a los 52 años: Salman Rushdie dice que “murió en el apogeo de sus poderes”. Para entonces había escrito varias novelas -alguna de ellas adaptada al cinematógrafo- y recibido algunos premios importantes; pero también dejó escritos una cuarentena de cuentos magníficos, fascinantes: cuentos que dinamitan los arquetipos de los cuentos tradicionales; los hermanos Grimm o el mismísimo Shakespeare son pasados por la batidora de una prosa excesiva y gamberra y de un imaginario gótico en el que las hadas, los vampiros, los lobos y las caperucitas se mezclan con el feminismo, la lujuria, el simbolismo y la cultura pop. Pues bien, son precisamente estos cuentos los que le han valido la fama: la inmortalidad literaria. Los que han hecho posible que esta autora: “la más particular, independiente e idiosincrática de las escritoras” -nuevas palabras de Rushdie-, después de haber sido desdeñada por muchos en vida como figura marginal, de culto, o tenida como exótica flor de invernadero, se haya convertido en la escritora contemporánea más estudiada de las universidades británicas: admirada, reseñada, mil veces imitada y ninguna superada; ANGELA CARTER puede ser catalogada sin temor alguno como una de las figuras más importantes de la literatura europea del último tercio del siglo XX.
Pues bien, la exquisita editorial Sexto Piso reúne, por primera vez, todos estos cuentos en una cuidada edición para delectación de los buenos “gourmetes” literarios: “QUEMAR LA NAVES” es su título. Y supone una inmejorable ocasión para descubrir y celebrar esa prosa virtuosa, inteligente, barroca, imaginativa, irreverente y siempre fascinante, que ha encandilado a miles de lectores. De entre todos estos cuentos, caben destacarse los reunidos bajo el título: “La cámara sangrienta”, verdadera obra cumbre de la escritora -que ya reseñé en este espacio-, donde la CARTER “revisita” los cuentos de hadas clásicos: Barbazul, Caperucita, la Bella y la Bestia…, con sensiblidad feminista, rehaciendo las reglas del cuento y el propio final de éste.
Cuentan que ANGELA CARTER era una mujer encantadora y delicada, pero de firmes convicciones: capaz de encandilar a su interlocutor. la escritora Margaret Atwood nos dice: “…parecía estar siempre a punto de conferir algo: un talismán, un símbolo que permitía atravesar el oscuro bosque, las palabras mágicas necesarias para abrir una puerta encantada”.
ANGELA murió joven: “los relatos de este volumen dan la medida de nuestra pérdida”, dice Rushdie; “pero también son nuestro tesoro”. Y quién no quiere apoderarse de un tesoro y de su brillo inextinguible…