Olga González
Escritora
Cuando comienzo a escribir de sentimientos, vivencias y recuerdos de Semana Santa me vienen a la mente multitud de imágenes que componen mi particular forma de vivir la Semana Santa andorrana.
Mi referente en cuanto al tambor y bombo fue mi hermano, Javier González, con quien desde muy niña comencé a tocar y a participar en diferentes actos en los que está presente tanto Andorra, como el grupo de tambores y bombos al que pertenezco, «La Seleccionadora», con el cual he ido creciendo «tamborileramente» hablando y me ha dado la oportunidad de encontrar personas maravillosas, con las que comparto momentos especiales en torno al tambor y bombo.
Durante muchos años disfruté enseñando a niños en la escuela de tambores, nacieron mis hijas y allí que fueron a aprender. Ahora que ya son mayores me entusiasmo cuando cada día nos colgamos las tres el tambor y nos vamos a ensayar. Sobre todo, cuando más orgullosa me siento es en la noche mágica de Jueves Santo, en el instante en que todas nos enfundamos la túnica, el tercerol y cinto rojo y salimos a sentir, desde el corazón, nuestra maravillosa y única Semana Santa, la de Andorra, la del Bajo Aragón, la de la Ruta del Tambor y el Bombo.
Un momento especial es cuando en la tarde de Jueves Santo después de salir un rato para el reencuentro con familiares y amigos que año tras año no faltan a la cita «Semanasantista», corremos para vestirnos con la túnica morada y la capa granate y acompañar a nuestro «Angelico» en la que es nuestra primera procesión. Me hace especialmente feliz que la tradición familiar por parte de mi marido continúe generación tras generación.
Emoción, nervios, alegría, sentimientos en el acto de «Romper la hora», en el que las lágrimas afloran. Agradeces, un año más, poder disfrutar del armónico estruendo acompañada de los inseparables amigos que has forjado con el tambor. Las mismas personas con las que «procesionamos» horas más tarde hasta el monte San Macario. De nuevo se hace el silencio y se rompe, para bajar al Cristo de los Tambores y Bombos en la procesión de las Antorchas. Esto sólo se puede describir participando y sintiéndola.
Aunque cada momento tiene su particularidad, no puedo omitir el fin de redobles, cuando todos tocamos como si no hubiera un mañana, también las lágrimas nos acompañan y el comienzo de la cuenta atrás. Ya queda menos para volver a vivir otra Semana Santa, ya queda menos para comenzar ensayos y tocar el tambor.
Y por último, y teniendo en cuenta el enunciado de mi escrito, sintiéndola como la siento, he tenido la oportunidad junto con mi compañero y amigo Antonio Félez Vidal de poder plasmar tanto los orígenes y la historia de los 40 años de la Cofradía Cristo de los Tambores y Bombos de Andorra, como las vivencias de los andorranos tamborileros y bomberos, de los que tan orgullosa me siento, en un libro: «De Mazas y Palillos».
Esta Semana Santa la vamos a vivir SINTIÉNDOLA!!!!