Luis Palos
Presidente de la cofradía de la Coronación de Alcorisa
Si tuviera que responder con una sola palabra a qué es o qué significa la Semana Santa para mí, sería TAMBOR. Desde pequeño recuerdo la Semana Santa con el sonido de tambores y bombos, con el ir y venir a ensayar desde Alloza a Alcorisa, llegar detrás del seminario y ver a mis amigos, cantar los toques con el Peseta o contar redobles para aprendernos los toques del Domingo de Ramos. Túnicas, cíngulos y terceroles colgados en las habitaciones, las meriendas en el Anabel después de tocar en la plaza, llegar el miércoles santo a la Iglesia de San Sebastián para ver salir los pasos, el morado de las túnicas, olor a incienso, el retumbar del tambor del capitán de los guardias, cenar en el Castillo para ir a romper la hora, madrugar con mis amigos el Viernes Santo para tocar más rato ya que en la rompida no nos dejaban hacer tarde, bajar del drama corriendo y cenar en casa de los abuelos para llegar a la procesión, el agotamiento de acabar «la larga», llegar a casa llorando porque se había acabado, ir a pascua y seguir haciendo procesiones con los demás niños.
Con el paso del tiempo, al ir creciendo comenzamos en el grupo de tambores, a tocar en escenarios, a ir de jornadas, a salir en el Drama de la Cruz… A día de hoy, muchos de esos niños hemos tomado el relevo en la cofradía, una cofradía que hicieron un grupo de amigos y de la que hoy «nos hacemos cargo» los hijos de los fundadores.
Actualmente mi Semana Santa es bastante diferente. La sigo compartiendo con mi familia y amigos, cosa que es primordial, y sigue estando el tambor como pilar fundamental, aunque ahora los ensayos comienzan mucho antes, no en la cofradía sino en el Grupo de Tambores de Alcorisa. La Semana Santa empieza con las Jornadas Nacionales. Salir a tocar por los diferentes pueblos de España con gente que le apasiona lo mismo que a mí, seguir con las Jornadas de la Ruta del Tambor y del Bombo, tocar en el pregón del pueblo, seguir saliendo en la plaza el Domingo de Ramos, no perderme ninguna procesión, salir en el Drama de la Cruz, y ya no acabar el viernes por la noche en «la larga», sino poder tocar el sábado para despedirnos del TAMBOR hasta el año siguiente.