Blas González empezó a ser guardia con 14 años, y a sus 64 todavía lo vive como el primer día. Junto a su mujer, Isabel Espallargas, organiza todo lo referente a los romanos
Vivo la Semana como un crío pequeño. Con 6 o 7 años me trajo mi tío a la iglesia a ver a los guardias, y me ilusionó tanto que entré con 14 y aún no he salido». Así explica Blas González Puértolas su pasión por los guardias romanos de Alcorisa, que le cautivaron desde que los viera por primera vez hace casi 60 años. Él y su mujer, Isabel Espallargas Gargallo, reciben el Tambor de Honor 2018 por su vinculación con la Semana Santa alcorisana y su labor como organizadores de los guardias. Aunque Blas lo dejó algunos años por la mili y por ayudar a la cofradía del Nazareno, volvió a encargarse de los guardias junto a Isabel hace 30 años. «Es una tradición que no se puede perder, y el día que se lo dijeron se marchó a la escuela a buscar zagales para que salieran», recuerda Isabel.
Sin duda, el momento cumbre de los guardias romanos es la entrada del Jueves Santo. «Es lo más bonito. Se vive con un cosquilleo en el estómago y te pone los pelos de gallina. Mi hijo, que es el capitán, se ha pedido el día libre para hacer la entrada. ¡Imagínate hasta qué punto es importante!», comenta Isabel. «¡Hasta a mí me apetece volver a salir al verlo, lástima que no puedo!», se queja Blas.
Lo más complicado de organizar a los 16 guardias, dos capitanes, abanderado, tamborilero, Longinos y el criadico, es tener la certeza de que todos van a salir y no hay bajas de última hora. «Hay años que faltan y otros que sobran, incluso lo hemos tenido que echar a suertes porque yo no soy nadie para decirle a un niño que no… Pero al final siempre se hace lo mejor que se puede», explica Isabel, que se encarga junto a Blas de que todo el vestuario esté perfectamente preparado antes de la Semana Santa.
Para ellos recibir el Tambor de Honor es «todo un orgullo, porque se está reconociendo tu trabajo», pero prefieren estar en un segundo plano. «A mí me gusta estar con mi túnica negra organizando a los guardias en la procesión», explica Blas. «Yo aquí, en mi salsa, estoy cómoda y disfruto preparando todo, pero el tema del premio lo vivo nerviosa y paso un mal rato», confiesa Isabel.