El monte se está sometiendo a una reforma en uno de los muros
El monte Calvario de Híjar continúa sometiéndose a arreglos y a puestas a punto para que luzca como es debido. Es el gran pulmón verde de la localidad y un lugar obligado en Semana Santa y fuera de ella.
Cualquier época del año es buena para dejarse llevar y caminar entre sus senderos salpicados por las capillas y estaciones. Sin embargo, esto no siempre fue así. El Calvario tuvo momentos complejos.
A este monte le dedica un apartado completo Mariano Laborda Gracia en su libro «Recuerdos de Híjar» publicado en 1980. El Calvario apenas existía como tal ya que la Guerra Civil se había llevado buena parte del monte y de la ermita. Con una relación escrupulosa de fechas y nombres comienza mencionando al Cuadro Artístico, organización de la que partió la idea de reformarlo allá por 1942. Recuerda que no fue hasta 1966 cuando esta restauración encontró hueco y todo gracias a la buena voluntad de los vecinos. El 14 de noviembre comenzó la reforma con cuatro hombres limpiando y arrancando maleza. La voz se corrió por todo el pueblo y cada vez fueron más personas los domingos a ayudar. Recuerda Laborda que acudieron hasta 18 tractores a colaborar de los que cuatro se dedicaban a transportar piedra desde Azaila para levantar muros.
También hicieron plantaciones, habilitaron el sistema de riego e incluso fabricaron bancos de madera y el «Pozo de Jacob», uno de los emblemas del monte. Una vez acabado el monte, sobre 1968, el siguiente reto fue iniciar la construcción del edificio que hoy en día se sigue llamando «Casa del Hijarano».
En la actualidad, tanto el edificio como el monte se están sometiendo a reformas. La Casa con el fin de hacerla atractiva a un gestor que explote el servicio de habitaciones y de hostelería; y el monte, por necesidades de mantenimiento propias de un espacio natural. Desde diciembre cuatro jóvenes del pueblo que fueron contratados por el Ayuntamiento que se acogió al Sistema Nacional de Garantía Juvenil del Instituto Aragonés de Empleo (INAEM), se ocupan de reponer parte del muro que llega hasta el paseo de San Francisco y de adecentar zonas verdes. «Todavía quedarán cosas por hacer que serían ideales para un taller de empleo», asegura el alcalde, Luis Carlos Marquesán. De hecho, las últimas solicitudes no han sido aprobadas a pesar de que, a través de talleres de empleo, es como se ha restaurado todo el monte a lo largo de la última década.