«Tengo un videoclub. Desde hace mucho. Desde hace tanto que ya no pienso en ello. Es el último videoclub de la ciudad, puede que del mundo».
Bueno, amigos y leales lectores, después de este pequeño parón veraniego ya estoy de vuelta. Vuelve el otoño y, con él, vuelven a llenarse los anaqueles de las librerías de nuevos libros, quizás demasiados, como siempre. Pero, como hace ya tiempo, intentaré seleccionaros y comentaros los más interesantes y apetecibles para que, de esa manera, podáis volver a disfrutar de una buena lectura y ser, así , felices.
Y este año voy a empezar con una novela bella, impactante y descarnada pero, a la vez, delicada y divertida: «TODOS LOS VIERNES DEL MUNDO», de nuestro escritor JOSÉ ANTONIO GARGALLO, nacido en Calanda en 1973. Como veis, muchas veces no hace falta irse muy lejos para encontrar una maravillosa novela que, como esta, nos haga disfrutar de una lectura lenta y agradable.
La obra en sí es un diario de ficción que escribe un personaje real, que existió: Rodolfo, un argentino asentado desde hace lustros en España y que, por rebotes del destino, acabó regentado el que, a la postre, sería el último videoclub de Teruel, o de Aragón o, por qué no, quizás del mundo. Rodolfo se casó con Elena, y los dos regentaron el negocio durante varios años. En los últimos años de su vida, Rodolfo, enfermo de alzheimer, batalla contra el olvido de su negocio y de su propia memoria rodeado por miles de cintas de vídeo que ya nadie alquila. El tiempo de Internet nos tiene cercados y el uso del vídeo ha desaparecido. Pero Rodolfo sigue ahí, impertérrito, en su establecimiento que, en esta historia está ubicado en ninguna parte, en «la Ciudad», como se nos dice, pero que en la vida real estaba en Alcañiz, en la avenida Huesca (yo estuve allí, y era cliente habitual).
Por todo ello Rodolfo decide escribir, aunque no sabe muy bien el qué ni para quién, solo tiene claro que mientras su memoria lo sostenga no lo dejará. Y son estas páginas las que JOSÉ ANTONIO ha ficcionado para los lectores: páginas repletas de anécdotas, de humor, de melancolía y , por supuesto, de cine.
Una de las cosas que más me han asombrado del autor es su capacidad para mantener firme una trama, sin perder en ningún momento la intensidad, basada en unos pocos personajes y en un único escenario: un local pequeño, una tienda que, conforme pasamos las páginas, se va convirtiendo en un personaje más, que casi cobra vida propia, que nos descubre sus recovecos y su historia. Y mientras, seguimos avanzando por la mente de Rodolfo y nos sentimos contagiados por su miedo al olvido.
Escrita desde el humor, «TODOS LOS VIERNES DEL MUNDO» (título que hace referencia a que era en los viernes cuando más gente acudía al videoclub para ver películas el fin de semana), es una novela escrita con una extrema sensibilidad, tanta que logra introducirse en la mente de ese enfermo y contagiarse y contagiarnos de esa incertidumbre en la que vive el personaje, de esa fragilidad que puede quebrarse en cualquier momento y acabar con una vida que merece ser contada, y que tan acertadamente a ficcionado JOSÉ ANTONIO.
Una delicia de novela que ¿permanecerá? mucho tiempo en la memoria del lector.
(Rodolfo ya falleció y Elena, su esposa, sigue viviendo en una localidad no muy lejos de donde tuvo su vida y su negocio).
Decir, para finalizar, que como JOSÉ ANTONIO además de escritor es fotógrafo, el libro está acompañado de unas pocas fotografías pertenecientes a un reportaje que hizo de los protagonistas de esta obra. Excepcionales, como la novela.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz