Estas obras históricas benefician a 150 regantes y han transformado 1300 hectáreas. Además se pretende incentivar la economía
Los regantes de Fayón inician este 2017 con la finalización de las obras de sus regadíos sociales y con la esperanza del asentamiento de la población más joven en la localidad. A falta de los últimos remates, los fayonenses esperan con ansia ver correr el agua por las 1.300 hectáreas que comprende este proyecto histórico y que beneficia a cerca de 150 agricultores. Además continúa pendiente el permiso para empezar a bombear el agua desde el embalse de Ribarroja. «La obra está prácticamente finalizada. Sin embargo, nuestro problema está en la autorización para poder conectar a la red eléctrica. Se está demorando más de lo previsto. De momento, estamos en período invernal y no corre prisa, pero estamos ansiosos», explica Sebastián Solé, presidente de la Comunidad de Regantes de Fayón.
Atrás quedan dos años intensos de obras en los que los agricultores han tenido que modificar un proyecto que partía como obsoleto. «Esta transformación la llevábamos esperando desde que el pantano inundó el antiguo pueblo. Han pasado más de 50 años y el proyecto quedó desfasado. Hemos tenido que actualizarlo porque si lo hubiéramos hecho tal y como estaba plasmado en el papel, las tarifas eléctricas hubiera sido inasumibles para los agricultores», recalca Solé.
Meses de negociaciones, reuniones y visitas a los campos para intentar labrarse un futuro en el sector primario en la localidad. «Para nosotros era primordial, ya que estábamos abocados a una agricultura de secano. A partir de ahora, podremos competir con el resto, llevar al mercado productos competititvos y de calidad y apostar por vivir en nuestro pueblo», recalca este fayonense. Solé añade que ya han se han presentado varios planes de jóvenes agricultores en la localidad, lo que de muestra que estas obras podrían suponer un asentamiento del territorio y, sobre todo, de la población más joven. «Hemos conocido que ya hay algunos jóvenes que han presentado los papeles para jóvenes agricultores. Es una satisfacción que apuesten por trabajar dignamente y vivir en su pueblo. Hasta ahora no tenían otro remedio que irse o subsistir con el secano», relata.
El proyecto ha supuesto una inversión total de 17,79 millones de euros, de los que el Gobierno de Aragón aporta el 25 por ciento (4,49 millones de euros). El 50 por ciento lo financia AcuaEbro (8,89 millones) y el 25 por ciento restante lo aporta la Comunidad de Regantes (4,49 millones). Estos regadíos son los últimos en Aragón que se financian con esta fórmula. El departamento de Sostenibilidad y Desarrollo Rural ya ha anunciado un cambio en las reglas del juego. Desde DGA aseguran que la ejecución de este tipo de infraestructuras solamente se puede llevar a cabo si los regantes adelantan el dinero. Precisamente, esta nuevo tipo de gestión es la que se quiera aplicar para el PEBEA de Val de Liana en Caspe. «Los regantes no podemos permitirnos financiar unas obras de este calibre, aunque después den su parte. Es surrealista», remarca Benito Gimeno, presidente de la comunidad de regantes de Civán de Caspe.