El capsolino leyó el pregón de San Cristóbal el viernes, un discurso que sirvió de homenaje a toda su familia
Ante una plaza del Compromiso abarrotada para comenzar un esperado fin de semana de celebración, Alejo Lorén, cineasta especializado en la dirección y producción, cogerá el micrófono para leer el pregón de las fiestas de San Cristóbal. Un discurso que servirá de homenaje al trabajo realizado por su familia durante años y años.
¿Qué se siente al ser elegido como pregonero para San Cristóbal?
Cuando me lo comunicaron me sentí alagado y sorprendido. Fue una sorpresa porque yo no conduzco y que me llamaran para hacer el pregón parecía una ironía. Pero la verdad es que estoy muy contento por ser pregonero, al final que sepa o no conducir no es tan importante.
Será un gran responsabilidad para usted, porque durante el pregón representa a toda su familia…
Mi responsabilidad es mayor por el hecho de dar el pregón en reconocimiento de mi familia. En realidad es un homenaje a la labor que han realizado durante tantos años mi padre, mi hermano y de mi abuelo. Más que a mi persona, me va a tocar representar a toda la familia.
¿Cuál ha sido la relación de la familia Lorén-Ros con el mundo del transporte y la Cofradía de San Cristóbal?
En los años 20 mi abuelo, que regentaba una posada, se montó una estación de servicio que luego fue a parar a manos de mi padre. Era la única gasolinera que había en Caspe y ahí nació una estrecha relación con todos los transportistas. Mi padre siempre fue de la cofradía y recuerdo que en los años 60 se fue con otros compañeros a Zaragoza a comprar la imagen de San Cristóbal que sigue hoy en día. Por otra parte, mi hermano fue el siguiente en coger las riendas de la gasolinera y él ha colaborado con la fiesta con los hinchables de los niños y otras actividades.
La relación de su familia con el mundo del transporte es evidente. Pero usted se fue para el mundo del audiovisual, un mundo radicalmente opuesto al oficio familiar…
Es cierto que yo me interesé por otros temas, concretamente por el mundo del audiovisual y del cine, pero es un sector en el que motor también es muy importante. Los rodajes necesitan los coches para acercar las distancias. Yo diría que hay dos cosas indispensables para poder hacer una película: el teléfono, para comunicarse con todo el equipo, y el coche, para transportar a las personas de un sitio a otro. Así que, al final, el mundo del motor y del transporte tiene más relación con el mundo del cine del que se puede imaginar…
Cuándo piensa en las fiestas de San Cristóbal, ¿qué es lo primero que se le viene a la cabeza?
Lo primero que se me viene a la cabeza es la ilusión que tenía cada 10 de julio para salir al desfile. Recuerdo que íbamos toda la familia en el coche para ser bendecidos. El día de antes era muy bonito porque arreglábamos el coche, lo limpiábamos y lo dejábamos perfecto para el día siguiente. Luego tengo el recuerdo de las verbenas, de lo bien que me lo he pasado siempre en las fiestas con los amigos. San Cristóbal es una fiesta muy agradecida, tiene actos para todos los públicos y la gente se entrega para que todo salga a pedir de boca.
Sorprende que no tenga carnet de conducir, ¿cómo es la vida sin coche?
Realmente se vive mal. Yo recomiendo a todo el mundo que se saque el carnet de conducir… Yo no conduzco porque me intenté sacar el carnet de conducir varias veces y lo suspendí. Una vez en el teórico y dos en el práctico, no me entraba la marcha atrás.
¿Y nunca volvió a intentarlo?
Es curioso porque en Madrid viví durante mucho tiempo encima de una autoescuela. Pregunté en alguna ocasión sobre la posibilidad de sacarme el carnet, pero al final descarte la opción. Personalmente, yo no estoy preparado para conducir.
Y por último, ¿qué espera de estas fiestas?
La verdad es que hace muchos años que no vivo unas fiestas de San Cristóbal y tengo muchas ganas de volverlas a celebrar. Por otro lado, tengo nervios por el pregón. Espero que todo salga bien y no me equivoque durante el discurso.