Los cinco colectivos unen sus quejas en un comunicado en el que critican en «trabas burocráticas», «falta de atención» y «declive» del acto
Cinco de las muchas agrupaciones caspolinas que colaboran de forma desinteresada en las Fiestas del Compromiso, una de las festividades más importantes de la ciudad, han alzado la voz para exigir más apoyo y reconocimiento por parte del Ayuntamiento de Caspe, por tratarse del «motor que ha levantado la fiesta hasta donde está ahora».
En el escrito las distintas agrupaciones critican que «se les ponen muchas trabas» que dificultan el desarrollo de las actividades que organizan. Denuncian que se les pide mucha documentación para llevarlas a cabo y se les exige una correcta indumentaria durante todos los días festivos. Además, están molestos porque cinco meses después de la finalización de las Fiestas del Compromiso, el ayuntamiento todavía no les ha convocado para la habitual reunión de valoración.
Los colectivos denunciantes han sido la Asociación del Barrio La Fireta, Almogávares, el Coro Ciudad de Caspe, Heráldicos de Caspe y la Asociación de Compromisarios del Plano, quienes realizan cada año actividades y representaciones de manera voluntaria y sin recibir ningún tipo de retribución.
«No vemos compromiso ni ninguna seriedad con la fiesta más importante de nuestra localidad y la que más beneficios nos puede generar a todos», comenta Rafael Lumbreras, de la asociación cultural Almogávares. «Se trata de la segunda recreación histórica más importante de Aragón y gracias a la mala gestión del consistorio otras localidades nos están superando en este ámbito y estamos perdiendo visitantes».
El coro, los barrios y la indumentaria
En lo que respecta al coro, y a su intervención en dichas fiestas, limitada en principio a la preparación de la Misa de Proclamación, afirman que «desde la celebración del centenario de 2012 el evento ha ido en declive». Explican que después de tantas horas de ensayo y reunir más de 80 cantores ataviados como monjes de la época, la ven una celebración «muy pobre». «No hay ningún proclamado, ni ningún representante de los compromisarios, ni figurante de ningún tipo, a excepción de miembros del Ayuntamiento», subrayan.
En el caso de los barrios, las tabernas son su fuente de ingresos, y de ellos salen todas las actividades y atrezos que se realizan. Creen necesario revisar las exigencias a la hora de abrir una taberna, llevar la ropa adecuada, medidas de sanidad, seguridad… pero no entienden el desembolso económico que deben llevar a cabo para certificar el estado de la taberna y el seguro de responsabilidad civil que deben pagar. «Algo que podrían costear desde el Ayuntamiento», opinan.
Las exigencias de indumentaria se deberían limitar a actos institucionales y representaciones teatrales», continúan. «Hay que conseguir que se vuelva a vestir todo el pueblo como en años anteriores, por lo que hay que ser un poco más flexibles». Respecto a los grupos recreacionistas, piden que vuelvan «por la fiesta, no por la subcontrata de la empresa organizadora», y «mimar más» a los grupos existentes de Caspe. Además, creen oportuno tener un banco de indumentaria para el acto central y «que no se dependa de alquileres». También aseguran que sería un acierto que las cuentas fueran «claras y detalladas».
«Tenemos la suficiente capacidad organizativa para poder volver al origen de la fiesta, no descartamos cosas nuevas, pero necesitamos una buena evaluación después para mejorar y corregir», concluyen.
Reunión de valoración
Finalmente, antes de terminar el año, el área de Cultura del Ayuntamiento caspolino convocó a los agentes implicados en esta celebración para la evaluación posterior. «Podemos cerrar esta última edición afirmando que ha habido récords tanto en número de actos como de visitantes», asegura la concejal de cultura del Ayuntamiento de Caspe, Ana María Ros. «Estamos muy orgullosos de todo el trabajo realizado como cada año, y siempre pongo a las asociaciones y colectivos de la ciudad como bandera, y reconozco el trabajo que hacen», añade.
Asimismo, considera «importante» señalar que lo que piden desde el ayuntamiento son unos «mínimos» que son necesarios por ley, como los seguros y las certificaciones. La concejal responsable considera que «solamente» son cinco asociaciones las que critican la actitud del consistorio pero que son «muchas más» las que están de acuerdo con cómo funcionan las cosas.