Varios incendios descontrolados desde hace décadas y toneladas de basura. La escombrera de Caspe está en una situación insostenible. Se encuentra a pocos kilómetros del núcleo urbano de la capital del Bajo Aragón-Caspe. Cada cierto tiempo, y de manera inevitable, los vecinos deben convivir con una gran nube de humo negro y un olor fuerte a plástico quemado durante días, debido a un nuevo fuego originado en este lugar, provocado, en muchas ocasiones, por la gran cantidad de plásticos y cristales.
La escombrera tiene unas dimensiones de 27.000 metros cuadrados, la mitad de los cuales forman parte de una cañada real. Están llenos hasta una altura de entre 5 y 20 metros de todo tipo de enseres, muchos ellos tóxicos y peligrosos para el medio ambiente. La creó el Ayuntamiento de Caspe hace más de 20 años con el objetivo de que los ciudadanos tuviesen un lugar donde tirar escombros, es decir, fragmentos o restos de material que provienen de los desechos de la construcción, remodelación o demolición de estructuras.
Sin embargo, desde sus inicios se ha utilizado como un basurero, y los vecinos lo han utilizado para tirar papeles y cartones, muebles, electrodomésticos, alimentos, ropa, colchones… y mucho plástico. Todo ello, a pesar de que en la entrada de la escombrera hay un cartel que reza: «Prohibido tirar electrodomésticos, plástico y papel».
La mezcla es enterrada periódicamente por una máquina municipal, y los altos niveles de ignición provocan con facilidad incendios, incluso en el subsuelo. Estas instalaciones están consideradas como «irregular» por vecinos, algunos grupos políticos, e incluso por las propias instituciones públicas aragonesas.
Tanto es así que el propio Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón ha emitido una sanción contra el Ayuntamiento de Caspe como responsable de lo que considera «una infracción administrativa grave». La multa de 12.000 euros por la situación de la escombrera ha sido saldada por el consistorio durante este último año. El partido Aragón Sí Puede y Chunta Aragonesista de Caspe han sido muy críticos con el problema en los últimos años.
Punto limpio inexistente
Caspe nunca ha contado con un punto limpio como tal. Es decir, una instalación controlada, de propiedad municipal, cuyo objetivo es ofrecer a los ciudadanos un lugar donde depositar de manera separada los residuos que generen en sus hogares, los cuales no se pueden tirar en los contenedores urbanos de recogida selectiva (el azul para cartón, amarillo para envases, verde para vidrio, marrón para orgánico o verde/gris para el resto).
Estos residuos deben tener una consideración especial debido a sus características físicas como químicas. Actualmente existe un servicio de punto limpio en Caspe para la recogida a domicilio de voluminosos todos los jueves, en el que incluso se puede hacer solicitud previa.
«En las legislaturas anteriores este problema se ha pasado por alto y no se le ha dado la importancia que tiene», explica el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Caspe, Rafael Guardia. «Ya en la legislatura anterior se redactó un proyecto para darle solución».
El objetivo del actual gobierno municipal es sellar la escombrera, es decir, cubrirla de tierra para que desaparezca, y que en su lugar, buscando la zona adecuada, se instale un punto limpio, que previsiblemente se llevará por gestión privada.
«Nos gustaría gestionarlo desde el Ayuntamiento pero la Ley de Contrataciones no nos lo permite», continúa Guardia. «Ya hay varias empresas interesadas en este proyecto, lo cual es muy buena señal».
El consistorio está trabajando en este momento, a la espera de varios trámites administrativos, para que el proyecto comience el próximo año 2020.