Una porción de la creatividad que envuelve al Matarraña sale de la sensibilidad de Laira Gonzalo. Es fotógrafa y diseñadora y hace una década se decidió a emprender. Estudió en la Escuela de Artes de Zaragoza, ciudad en la que nació en 1991 y en la que también dio sus primeros pasos laborales. Allí se despertó su vena artística y ya con solo seis años empezó a dibujar. Sus padres vieron sus aptitudes y la inscribieron a clases. «Estuve muchos años, me encantaba. Tuve muy claro que estudiaría Bachillerato de Artes y que seguiría por ese camino», explica.
Habla desde el Matarraña, donde reside desde hace unos diez años con su pareja. «Desciendo de Ejulve y siempre he estado muy vinculada con el pueblo. Cuando nos planteamos instalarnos en Massalió no hubo mucho que pensar», sonríe. No ha cambiado la idea porque se ha hecho con un local más grande para su estudio. «Ahora sí que va en serio», ríe.
La decisión está respaldada por las personas que confían en ella y en Nebulosa Gràfica. Unas se ponen en sus manos para tomarse fotografías con finalidades varias: desde grupos musicales y de amigos a familias que quieren un recuerdo de embarazo, de boda o celebraciones varias. Si no es en estudio, a un paso tiene un paraje espectacular a su disposición con el río Matarraña en todo su esplendor. Estudió el grado superior de Gráfica Publicitaria en la Escuela de Artes de Zaragoza y una parte amplia de Nebulosa se dedica a la imagen de marca. Más allá de empresas, son muchos los comercios que quieren verse bien en su web, redes sociales y su tarjeta de visita y acuden a ella. Comienzan ahí juntos un proceso que ella misma ha armado según ganaba experiencia. En su página ya está la primera ventana de inicio. «No es crear por crear, una imagen y un logotipo tienen que representar a la persona y se trata de crear pensando en ella», apunta. Algunos de estos resultados los muestra en sus redes de fotografía y en las dedicadas al diseño gráfico.
Vivir en el mismo medio en el que crea hace que se cruce con los protagonistas de sus fotos y se encuentre con sus diseños en comercios o cartelerías. «Es un orgullo», confiesa. Practica la filosofía km 0 en todo y comenzando por los proveedores. Si no encuentra, ya amplía el radio. Con el resto de creativos, el sentimiento es de comunidad. «No soy ilustradora, y si necesito una para un proyecto, la tengo cerca. Y lo mismo sucede a la inversa, aquí me tienen», dice. Esto se aplica además al ayudarse, a la colaboración por el bien de la comunidad, por ejemplo, con gente que empieza. A ella es habitual verla en eventos, bien haciendo fotos, bien en la organización, bien en ambas cosas a la vez. «Me uní a la asociación y trato de ayudar siempre que puedo. Lo tuve claro desde el inicio», dice.
Pasiones y desfogues artísticos
Le encanta pintar y la música, por no hablar de las cámaras antiguas y analizar su mecanismo. En cuanto dispone de libertad creativa, el collage digital es una técnica a la que suele recurrir. En muchas obras son reconocibles, especialmente, en cartelerías para actos del Matarraña y de más allá. También lo practica en las clases que imparte a una niña. Pero su desahogo artístico lo encuentra en las sesiones de fotografía fantástica, una temática que domina y de la que ya atesora una colección interesante, aunque desconocidas para el gran público. Al menos de momento.