Segundo Bordonaba, que recibió el Tambor de Honor de La Puebla de Híjar, comparte algunas reflexiones.
Segundo Bordonaba (La Puebla, 1957) no concibe la Semana Santa sin la palabra implicación. Desde niño vive pegado al tambor adquiriendo cada vez más responsabilidades. Antes de cumplir los 18 años pasó a ser Cabo de la Cofradía de los Alabarderos y con apenas 25 comenzó a enseñar el toque a los niños, labor que desempeñó durante 26 años.
También estuvo al frente de la cuadrilla de La Puebla de Híjar en la Ruta del Tambor y Bombo viviendo los momentos de eclosión de los pueblos del tambor. «La actuación en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 fue un antes y un después», dice.
La implicación la llevó también a la propia Ruta, institución a la que entró como vocal en los 80 y que preside desde 2010. Antes, en 2007, las cuadrillas y ayuntamientos de los nueve pueblos reconocieron su trayectoria con la concesión del Tambor Noble. El Jueves recibió el Tambor de Honor y el cariño de su pueblo.
¿Cómo sienta el reconocimiento que llega del propio pueblo?
Hay mucha gente que trabaja duro y pensar que el pueblo en el que he nacido, crecido y por el que trabajo me reconoce así, es un honor para mí.
Como presidente de la Ruta ha vivido muchos momentos pero, ¿uno se llega a acostumbrar?
No. En esos momento no puedo evitar pensar en los que no están. Pienso tanto en la familia de sangre como en la del tambor a la que pones falta en la procesión. Aunque el hueco lo llene otra persona, sabes que ahí falta alguien.
¿Qué siente al saber que, al menos dos generaciones de poblanos han aprendido de sus toques?
Veo que el cariño va más allá y me encanta porque yo a mis chavales los quería en el alma. Creo que quien tiene un conocimiento tiene el deber de transmitirlo. Tomé el testigo de otras personas en la labor de enseñar y estar durante más de 25 años con gente con ilusión por aprender es lo más gratificante.
Ellos son el futuro y los que preservarán las costumbres, un tema que le preocupa.
Además del toque les hablaba de la tradición y de la Ruta. Desde pequeños debemos conocer de dónde venimos, dónde estamos y, sobre todo, a dónde queremos ir. Debemos tener claro que innovar en toques no es malo, siempre se ha hecho, pero hay que diferenciar entre exhibiciones o concursos y la Semana Santa. Tenemos que evitar que esas novedades se conviertan en el eje porque nuestras marchas nos hacen únicos y debemos ser cuidadosos con ellas.
¿En qué dirección va la Semana Santa de La Puebla de Híjar?
Lo mismo que me preocupa nuestro ADN sonoro, me preocupa mucho la despoblación. Los pueblos grandes lo van disimulando pero que cada año mueran 20 ó 30 personas y que apenas haya nacimientos hace mucho daño a los pequeños.
¿Qué ve al mirar atrás?
A mucha gente mayor de la que siempre he tratado de aprender, tanto de toques como de la vida. Siempre me he arrimado a ellos. Veo que la Semana Santa en casa siempre fue alboroto, lío de túnicas, tambores y eso sigue igual. Veo la ocasión que no salí por una promesa y que huí de mi pueblo para cumplirla. Visité al resto, algo que me sirvió para valorar a todo nuestro territorio. Veo que en una Semana Santa conocí a Asun, una mujer que es más que mi esposa. Es mi consejera, mi compañera,… Lo es todo. Así que, yo le estoy muy agradecido a la Semana Santa y al tambor, presentes en gran parte de las vivencias y emociones que ha habido y sigue habiendo en mi vida.
¿Qué ve en el futuro y cómo abuelo?
(Ríe) Trataré de transmitirle todo lo que sé. Así siento que es mi deber.
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