NJIM HARRISON murió a los 79 años de edad convertido en toda una personalidad. Y esto es así porque su mayor cualidad fue amar la vida y reflejar ese amor en los más de 35 libros que nos legó. Fue escritor, poeta, viajero, gran gourmet y buen bebedor. Se le considera ya uno de los grandes narradores norteamericanos y ha sido comparado en innumerables ocasiones con Faulkner y Hemingway.
Nació en Michigan en una familia de raíces escandinavas mezcladas con nativos americanos. Su conexión con los indígenas y el respeto que les tenía, desprovisto de toda sentimentalidad, fue inmenso; y así se refleja en muchos de sus libros. Era la oveja negra de la familia; pues mientras sus hermanos se convertían en decanos de distintas universidades, él, siguiendo la sombra de su idolatrado Rimbaud, dejó de estudiar a los 18 años y se marchó a Nueva York: quería ser poeta. Y aunque llevaba la poesía dentro del alma, terminó viviendo de la prosa; pero una de las prosas mejores y más impactantes del siglo XX. Nadie como él ha descrito los grandes paisajes de Estados Unidos, el legado indio y la historia de la América rural.
En estos días celebramos el 40 aniversario de la aparición de uno de sus mejores libros: «LEYENDAS DE OTOÑO». Este está compuesto por tres novelas breves que giran en torno a la insaciable tríada del deseo, la venganza y lo salvaje. En la primera de ellas, «Venganza», un hombre se enamora de la mujer de un amigo que lidera de forma brutal un cártel mexicano. Entre versos de Lorca inician una relación ilícita, acaso estúpida, pero muy peligrosa. La maestría narrativa de HARRISON hace de esta historia de deseo, frontera, desierto, burdeles, puñales, libros y heroína un relato absolutamente adictivo.
La segunda de las novelas, «El hombre que olvidó su nombre», es la historia de un tipo inteligente, capaz y rico que un día decide despojarse de todo: dinero, propiedades, relaciones y obligaciones. Aunque el sistema no permite tan fácilmente ese despojamiento absoluto por parte de sus súbditos.
La historia de la última de las novelas, que da título al libro, comienza cuando tres hermanos cruzan la frontera desde su rancho de Montana para unirse al ejército canadiense durante la Gran Guerra. Los destinos de los tres quedarán marcados ese día, no tanto por la aventura como por la carnicería y la tragedia. Llevada al cine, fue protagonizada por Anthony Hopkins y Brad Pitt.
«Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un americano tan claro, tan aventurero», decía su amigo el escritor John J. Healey. Era, en verdad, un tipo brusco, con su pitillo y su copa de vino; pero, aunque iba de duro, tenía una sensibilidad extraordinaria: cómo si no iba a amar tanto la poesía. Decían de él que lo que más le gustaba era perderse por el campo recitando a Machado -a quien adoraba-, a Lorca y a Shakespeare, como la cosa más natural del mundo.
Para celebrar este 40 aniversario de «LEYENDAS DE OTOÑO», la editorial Errata Naturae ha sacado al mercado una preciosa edición conmemorativa que no puede faltar en la biblioteca de todo lector que se precie. El gran JIM HARRISON no se merecía menos.