Los mayores se encargaron de procesionar a la virgen y los niños, de ofrecer las flores
La plaza de La Cerollera ha vuelto a ser ese lugar de encuentro, ese escenario de todo lo que sucede en el pueblo, incluso de las noches de baile. Las fiestas patronales han vuelto a poner en pie a vecinos e hijos del pueblo que regresan de vacaciones.
Han sido cuatro días de los que muchos todavía necesitarán del día entero para recuperar porque la noche de este lunes se alargó mucho. Anoche, con concurso de disfraces incluido con DJ Lagarto a los platos, el baile del farolet puso el cierre a la programación.
El fin de semana copó los actos principales combinando el ocio con los honores a los patronos. La Virgen de los Remedios tuvo su celebración el domingo cuando salió en procesión llevada por cuatro mujeres y adornada por las flores que entregaron los niños casi al final de la misa. Al regreso, en la plaza se procedió al reparto del pan recién bendecido.
San Cristóbal, aunque tiene su misa en julio, salió en procesión el sábado por ser el otro patrón de la localidad. «Ha habido muy buena participación, como cada verano, y además el clima nos ha acompañado», valoró el concejal de Cultura, Miguel Ángel Bosque. Los días en los que el pueblo recibe a tanta gente, son los más adecuados para poner a todos al día en cuanto a novedades, necesidades o proyectos. Así pues, todo el que quiso pudo contribuir con su donación en la futura sustitución de los focos del interior de la iglesia. Las dos celebraciones se realizaron bajo una tenue luz natural.
Pensando en todos
Todo el mundo ha tenido su hueco en la programación. Y todo el mundo, como siempre, ha respondido a lo propuesto. «Sábado y domingo por la tarde son las franjas donde se ha innovado un poco. Este año la comisión ha recuperado el teatro y el cuadro de jota», relató Bosque. Las fiestas transcurrieron entre bailes, exposiciones de fotos de la Asociación local SERVA, parques infantiles, calmantadas y un vino español ayer antes de la ronda con la charanga.
El edil reconoció que, aunque el Ayuntamiento supervisa, hay confianza en la comisión. «Suele componerse de unas 20 personas y pueden entrar desde mayores de 18 hasta los de 59 años. Es el grupo de un año el que designa al del próximo. Es una manera de fomentar que todos participen», añadió.