La pregonera ha estrechado lazos entre Calanda y un festival de Toledo
De una noche de fiesta y borrachera en Toledo, que incluyó una visita completamente borracho al claustro gótico de la catedral, surgió al día siguiente la «Orden de Toledo». Era marzo de 1923 y Luis Buñuel creó una reunión que durante años hasta 1936 congregaba en la ciudad a algunos de los artistas españoles más importantes de la época. Al cineasta calandino le acompañaban personajes de la talla de Federico García Lorca, Salvador Dalí o Rafael Alberti. Fueron años de noches de auténtico desenfreno alentadas por el alcohol en las que solían ir disfrazados con estrafalarios atuendos e incluso llegaban a subirse a la torre del campanario. La «Orden de Toledo» dejó también impronta en sus «caballeros». El cuadro «La resurrección de la carne» de Dalí representa a la ciudad, que también aparece en dos de las películas más icónicas de Buñuel, «Viridiana» y «Tristana».
Esta conexión Calanda-Toledo y viceversa se ha retomado este año con la creación del premio «Orden de Toledo» que entregará anualmente Calanda en el marco del Festival del Cine y la Palabra (CiBRA) que se celebra en la capital manchega en noviembre. Los encargados de entregar el galardón a jóvenes con una «brillante» trayectoria en el mundo del cine serán el alcalde y el rompedor de cada año. Este 2018 recaerá en Sergio Peris-Mencheta, actor y director de teatro que como muchos otros de su generación se dio a conocer en la recordada serie «Al Salir de Clase». El grupo de tambores y bombos también estarán presentes el día 25. Un hermanamiento que se ha producido gracias a la «embajadora» de Calanda en Toledo, Sonia Asensio Lahoz. Una calandina que lleva desde 2004 en la capital manchega, donde trabaja como profesora de Lengua y Literatura en Secundaria. Es la que ha hecho posible la relación entre ambos festivales ya que es responsable del área de Literatura de CiBRA.
El sábado el mundo de la cultura estuvo muy presente en su pregón como mantenedora de las fiestas del Pilar de 2018 pero sobre todo fue un alegato a su pueblo, sus raíces y su familia. Nunca ha quitado las llaves de su casa de Calanda de su llavero aunque regresa menos de lo que le gustaría. Lo hace siempre con su marido Gonzalo y sus hijas Paula y Violeta, a los que ha transmitido su amor por las tradiciones. En Toledo presume de Calanda y son muchos los amigos manchegos que han visitado el Bajo Aragón con el «trato exquisito» de sus padres. «Como he traído aquí a tanta gente ahora lo que hago es llevar Calanda a Toledo (…) Mi lema es florece dónde estás plantado», dijo la pregonera, muy orgullosa de sus raíces pero también de su ciudad de acogida.
Sonia leyó su pregón, con citas al Quijote y a su «maestro» el poeta y actual director del Instituto Cervantes Luis García Montero, durante una de las noches más especiales del año. En ella se despidió a las representantes de 2017 y se dio la bienvenida a las de 2018: Raquel Moliner Espada, reina de las fiestas; Silvia Leal Herrero, reina del Melocotón; Laura Urrios Gasque, Deporte; Adriana Gasión Salvador, Peña Taurina; Pilar Retavé Félez, Real Moza del Cachirulo; y las dos infantiles, Nayara Lisbona Bolea y Triana Celma Villanueva. Antes del acto del pabellón hubo una recepción en el Ayuntamiento y una ofrenda en el templo del Pilar. Unos actos que contaron con más presencia de autoridades que otros años, entre ellas, el consejero de Presidencia, Vicente Guillén.
Con permiso de las reinas y la pregonera, el otro protagonista de la noche fue el alcalde. José Ramón Ibáñez, quien no repetirá como candidato en las elecciones municipales de mayo de 2019, pronunció su último discurso de las patronales agradeciendo a los calandinos «que le hayan permitido ser su alcalde». Sacó pecho de tener unas cuentas saneadas que han permitido realizar inversiones en marcha como climatizar la piscina de verano y el parquin subterráneo al tiempo que destacó el impulso al CBC y a la figura de Buñuel con DGA; y la nueva empresa Sevasa. «Calanda es más que nunca un referente incluso internacional y estamos siendo capaces de mantener habitantes, lo que lleva aparejado un gran esfuerzo porque nadie nos ha regalado nada».