Abel Mustieles, el mejor «biker del momento», compagina su trabajo como piloto con su empresa de bicicletas
Son las nueve de la noche y Abel Mustieles descuelga el teléfono después de una larga jornada de trabajo. Se le nota cansado, pero al mismo tiempo orgulloso. Hace pocos días que volvió de Bélgica, allí abrió la temporada con una excelente victoria en la primera ronda de la Copa del Mundo de Trial, pero una vez en casa, en Caspe, la rutina del trabajo le hizo ponerse manos a la obra desde el minuto uno. «Estos días han sido un no parar. Pero no nos podemos quejar, que la empresa vaya bien es una buena señal», destaca el caspolino.
Desde hace unos tres años su vida ha cambiado de forma radical. Por suerte o por desgracia, según se mire, vivir como piloto de trial es prácticamente impensable. Consciente de eso, Abel decidió emprender y crear su propia marca de bicicletas, Clean Trials. «Creo que es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Es cierto que la empresa me quita mucho tiempo, pero hago algo que me gusta. Ahora voy a las carreras, compito con mi propia bicicleta e incluso veo a otros pilotos con mi marca. Para mí es un premio muy grande». Benito Ros, diez veces campeón del mundo de trial, amigo y rival dentro de la pista, es uno de los «bikers» del equipo caspolino.
La localidad belga de Aalter albergó el fin de semana pasado la primera prueba de la Copa del Mundo de Trial. Abel Mustieles volvía a la competición de alto nivel después de varios meses de parón con el objetivo de repetir los éxitos de la pasada temporada en la que fue campeón del mundo, de Europa y de España. «No sé si es por la experiencia o porque soy más maduro, pero ahora vivo las competiciones mucho más tranquilo y al final las cosas me acaban saliendo mejor».
Con todo, el caspolino, siete veces campeón del mundo a sus 25 años, no se cansa de ganar. «Cuando llega la hora de competir se me pone cara de asesino y solo pienso en atacar cada una de las zonas. Doy el 110 por cien de mí y en mi cabeza solo se escucha la palabra ganar». El próximo reto del piloto caspolino llegará el 24 de junio en Sevilla, donde se celebra la Copa de España. En julio disputará la segunda ronda del Campeonato del Mundo y para el Mundial de China tendrá que esperar hasta noviembre.
Un «friki del trial»
Preguntado sobre lo que le aporta el trial, «la modalidad de ciclismo más completa», Abel se para a pensar unos segundos. No encuentra las palabras para describir lo que le aporta este deporte. «No concibo la vida sin trial», acaba diciendo. El caspolino lleva encima de las dos ruedas más de 20 años, prácticamente ha nacido con una bicicleta bajo sus pies. «El trial me da una chispa que necesito siempre. El día que se me pase esa ilusión, el día que desaparezca, no sé si iré a competir».
«Soy un friki del trial», así se define. Toda una vida dedicada a un deporte que le aporta mucho más de lo que ha llegado a sacrificar. Años de entrenamiento que le han llevado a ser uno de los pilotos de referencia de los últimos años. Un «biker» que destaca por desenvolverse bien en todas las situaciones y por ser muy completo. Determinación, improvisación, fuerza y equilibrio son algunos de los puntos fuertes que todo buen trialero debe tener. «Hasta que no estás encima de la bici no sabes cómo vas a hacer una zona. Estás todo el rato en tensión y, como en todos los deportes, si dudas, estás perdido. ¡El trial está guapísimo!», señala entre risas.
El hecho de contar con su propia marca de bicicletas ha cambiado la rutina del piloto caspolino. Antes entrenaba entorno a cinco horas diarias, pero ahora «es inviable». Abel intenta sacar tiempo de donde puede para salir con la bici unas dos o tres horas al día. Eso sí, su «bike park» particular, los montes de Caspe, está a tan solo cinco minutos de casa. «No entreno todo lo que me gustaría y al final esas dos horas que saco al día me tienen que servir para mi preparación. Hago entrenos cortos pero de mucha calidad».
Ante la posibilidad de probar en otra disciplina ciclista, Abel lo tiene claro, «ninguna me motiva tanto como esta». De hecho el trial en moto es el único deporte que le hace sentirse igual de libre que sobre la bicicleta. «Soy bastante malo, pero me lo paso en grande. Para mí es una fiesta». Queda claro que el trial es algo más que una simple afición en la vida del caspolino.