La feria, que tuvo lugar el sábado, ofreció dos charlas técnicas, degustaciones, showcooking y una experiencia sensorial
Un año más, y ya van cuatro, los belmontinos realizaron su feria de la trufa de verano, una cita gastronómica para todos los sentidos. Además del sabor de las tapas, cuyo elemento en común era este producto y que se pudieron disfrutar desde el mediodía, en esta edición hubo un espacio para otros sentidos como el olfato. A partir de las 16.30, se realizó una experiencia sensorial a cargo de la perfumista y somelier, Núria Cruelles, en la que se demostró que el olor de la trufa de verano está presente en otras lugares sorprendentes. «Hemos realizado experiencias sensoriales para explicar a la gente cómo las nubes y el mar, además de algunos vinos y perfumes, huelen a trufa sin que lo sepan», explicó el coordinador de la feria, Josep Fargas.
Aunque unificada en una sola jornada, la feria contó con la asistencia de alrededor de 1.000 personas que quisieron disfrutar de este producto autóctono. Vinieron visitantes procedentes de provincias limítrofes como Castellón o Tarragona, pero también llegaron bajoaragoneses y un gran número de la comarca del Matarraña.
Si gran parte de la mañana estuvo dedicada a la realización de dos charlas técnicas para introducir al público en el mundo trufero, también hubo tiempo para saborearlas. Desde bien temprano se ofrecieron unos huevos trufados y, cerca del mediodía, se realizó una degustación de cerdo trufado y revuelto de huevo, patata y trufa. No obstante, los verdaderos triunfadores fueron José Manuel Barrau, de restaurante Micelios, y David Requena, de La Lola, dos de los «mejores restaurantes bajoaragoneses». Por la mañana, prepararon cuatro tapas para que el público las degustara y, por la tarde, explicaron su elaboración en el showcooking que se desarrolló al aire libre. «Vamos a enseñar a hacer las tapas, cocinándolas un pelín y explicando cómo las hemos hecho y por qué hemos mezclado esos productos. Es decir, explicarles con qué marida esta trufa», contaba Barrau, momentos antes de dar inicio el espectáculo.
Mercadillo
La trufa de verano fue la protagonista, pero también se instaló un pequeño mercadillo con varios tenderetes en el que se podía encontrar desde productos de la tierra como aceites, embutidos y quesos hasta todo lo necesario para el cultivo de setas y trufas.
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