El Gobierno de Aragón ha aprobado la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento, de un total de 16 neveras y pozos de hielo del Bajo Aragón Histórico. Son las de Albalate del Arzobispo, Belmonte de San José, Calanda, el Convento del Desierto de Calanda, La Ginebrosa, La Mata de los Olmos, La Cañada de Verich, Valdealgorfa, Aguaviva, Alcaine, Montalbán, Cantavieja, Mirambel, La Cuba, Estercuel y el Monasterio de la Virgen del Olivar.
Este reconocimiento pretende resaltar la arquitectura y características inmateriales de estas construcciones. Los criterios de selección tenidos en cuenta por la DGA para seleccionar estas neveras y pozos de hielo –en total 58 en todo Aragón- han sido varios: según representen un importante eslabón en la comprensión de la red del comercio y abastecimiento del hielo, según su documentación archivística asociada y según la interacción de estos enclaves con el paisaje. «Es una alegría que el Gobierno de Aragón haya otorgado el reconocimiento de BIC a las neveras y pozos de hielo del territorio; creo que esto supondrá un revulsivo turístico notable», expresó Joaquín Lahoz, alcalde de Estercuel.
De las ubicadas en el Bajo Aragón Histórico, pueden visitarse algunas, como las que se incluyen dentro de la ruta de Las Bóvedas del Frío, una ruta turística impulsada desde la Comarca del Bajo Aragón. Sin embargo, en otras no se puede visitar su interior, aunque sí los alrededores. «Es un reconocimiento más que merecido que pone en valor la importancia de estos elementos y permite que el público conozca de dónde venimos y cuál es nuestro pasado», valoró Aitor Clemente, primer edil de Aguaviva.
Construcciones centenarias
Las neveras, neveros, pozos de hielo, chelo o yelo, pocicos y neverías constituyen una tipología de arquitectura tradicional, en una fase preindustrial, vinculada a la categoría de arquitectura relacionada con el agua en estado de hielo, también denominada «arquitectura del frío». Aragón cuenta con alrededor de 300 elementos de este tipo distribuidos por toda su geografía. En la mayoría de los casos su origen se remonta al periodo comprendido entre los siglos XVI y XVIII, excepcionalmente en el siglo XIX, para iniciar su abandono a finales del siglo XIX, con la producción de hielo industrial. Durante el siglo XX comenzaron a restaurarse algunas de ellas y mostrarlas al público, de manera que actualmente muestran muy diferente estado de conservación.
La obtención de hielo, una actividad milenaria
La conservación de la nieve fue una actividad practicada desde la Antigüedad, pero fue en el Renacimiento y en la Edad Moderna cuando la obtención del hielo se convirtió en un recurso y también en una moda generalizada, debido a diversos factores. Entre ellos, los avances médicos (el hielo era necesario en los hospitales como remedio terapéutico); la invención de la imprenta, que facilitó la publicación de ensayos médicos sobre los beneficios del hielo en la salud; el incremento de la población y la necesidad de conservar alimentos más tiempo; y la diversificación de los gustos culinarios, especialmente entre las clases acomodadas y aristocráticas.