Un campo de trabajo construye una nueva vivienda de estilo íbero que se emplazará en El Cabo
El poblado íbero El Cabo de Andorra cuenta con unos trabajadores muy especiales estos días. 20 jóvenes de entre 15 y 17 años de diferentes partes de España pasan sus vacaciones en el Campo de Voluntariado Juvenil. Esta iniciativa, que se basa en la construcción de una vivienda íbera, está organizada por la asociación Alcorisa 3 en Raya y financiada por el Instituto Aragonés de la Juventud.
El Cabo
El poblado ibérico El Cabo se encuentra actualmente situado en el parque de San Macario. El yacimiento inicial se perdió a causa de una explotación minera de carbón a cielo abierto y los restos íberos fueron trasladados.
El poblado se compone de una calle central y a ambos márgenes se sitúan las diferentes viviendas. Se mantienen algunas casas originales cuyo interior ha sido decorado para simular la vida en el poblado. No obstante, muchas otras mantienen únicamente la planta.
Es precisamente en este lugar donde los participantes del campo de trabajo están levantando la nueva vivienda íbera, la primera realizada a modo de recreación. La idea original pretende transformarla en el templo del poblado para que los visitantes puedan conocer todas las facetas del pasado íbero de Andorra.
Reyes Belenguer, la directora del campo de trabajo, afirma que están obteniendo buenos resultados y que se conseguirá terminar la casa. No obstante, el tejado, al ser la parte más compleja, será terminado por los voluntarios.
Durante la mañana los jóvenes realizan los trabajos técnicos. Estar en un andamio subiendo ladrillos, lucir las paredes, realizar los adobes o hacer la argamasa son solo algunas de las tareas que implica la construcción de esta casa.
La organización por grupos permite que todos puedan participar en las diferentes labores. Voluntarios y personal del ayuntamiento realizan un seguimiento y un control para que todo funcione perfectamente.
Y por la tarde, estas tareas de aprendizaje se completan con actividades lúdicas como excursiones, juegos, talleres y visitas a museos como el Museo Minero de Escucha.
Esta experiencia tiene objetivos que van más allá de la reconstrucción del poblado íbero. Son, entre otros, el fomento del voluntariado, que los jóvenes conozcan otras formas de ocio y que se interesen por desarrollar otro tipo de actividades, según Belenguer. Además de trabajar en equipo, los campistas conocen la cultura, la historia y la técnica de construcción íbera.
Algunos de los asistentes acudieron por iniciativa propia y otros empujados por las familias para que tuvieran alguna actividad para el verano. A pesar de eso, la directora del campo insiste en que los jóvenes están «muy contentos» y que desde el primer día se quedaron «encantados» con todo lo que Andorra les podía ofrecer. «Alguno me comentaba que esto tenía que durar tres meses en vez de 15 días», añade.
Este campo de voluntariado llega este año a su segunda edición, después de que en 2017 se hiciera posible motivado por el Ayuntamiento de Andorra y otras organizaciones. Belenguer afirma que es una iniciativa que está saliendo «muy bien». Respecto a una posible tercera edición, esperan superarse para que en 2019 este proyecto vuelva a salir adelante.
Que manera mas tonta, de tirar el dinero.