Los vecinos interpretaron la prosa del novelista del 98 a lo largo de las calles medievales de la localidad
Un centenar de vecinos de la localidad del Maestrazgo, en un abrir y cerrar de ojos, se trasladaron a 1930. Un momento en el que por sus calles medievales habitaron más de 900 personas y, entre ellas, pernoctó durante dos meses una muy singular: Pío Baroja. Fueron precisamente su figura y su obra, La Venta de Mirambel, lo que animó a uno de los Pueblos Más Bonitos de España a convertirse por segunda vez consecutiva en una de las subsedes del Festival Aragón Negro.
La magia que rodea el Convento y las inmediaciones de la localidad se hizo patente una vez más durante el día de ayer con las actividades que el consistorio y la organización del festival prepararon. El día comenzó con la presentación de la obra «La sonrisa de las iguanas» de Pablo Sebastiá y la entrega de premios del concurso de microrelatos organizado para la ocasión.
Al caer la noche, los vecinos retrocedieron en el tiempo para interpretar las palabras escritas por el célebre escritor. El primer lugar, el Catedrático de Lengua Española, Pedro Tejada Tello, desgranó la emblemática obra de Baroja por capítulos antes una sala repleta. «En Mirambel existe un cariño y devoción inmenso por Baroja», comenzó afirmando el catedrático. En torno las 19:30, una veintena de antorchas, avanzaron desde La Venta hasta la entrada del Convento. Desde ese instante, diferentes personajes resurgieron de las calles medievales para hacer revivir a los asistentes la historia creada por el novelista vasco.
Al finalizar, los vecinos que asistieron expectantes a un evento, se dirigieron al centro de la localidad para entrar en calor en una cena preparada en las brasas de la hoguera para continuar la mágica noche y recordar entre anécdotas la interpretación y pasión por este novelista.