No hay mejor forma de comenzar una noche en la época veraniega que hacerte con uno de los grandes premios que se reparten
Con el verano los pueblos se llenan hasta los topes con la celebración de los tradicionales bingos en las fiestas patronales que oscilan entre 500 y 3.000 euros. Solo el pasado fin de semana municipios como Casteserás, Molinos, Samper, Foz Calanda o Fuentespalda llenaron sus pabellones y plazas con el bingo a altas horas de la noche. Se trata de pueblos de pequeño tamaño en los que ahora es habitual ver hasta altas horas de la madrugada a jóvenes divirtiéndose con el bingo. Por ejemplo, desde Alcañiz partieron el sábado por la noche tres autobuses llenos rumbo a Fuentespalda ocupados por grupos de amigos que no tienen relación directa con el pueblo.
Y es que los participantes de esta actividad pueden marcharse a casa con premios de hasta 3.000 euros en el bolsillo, una cifra que puede pagarle a uno mucho más que unas buenas vacaciones. Se trata de un reclamo muy goloso que se da a conocer principalmente gracias al boca a boca y con el que en muchos pueblos hasta hay más foráneos que vecinos. Con el auge económico de los premios de los bingos ahora ya no sólo se tiene en cuenta la calidad de la orquesta y la discomóvil o si se tienen amigos a la hora de escoger el pueblo en el que salir de fiesta un viernes o sábado. Cada vez más un factor que gana un mayor peso es el dinero que se puede conseguir el bingo, ya que la noche (con los bolsillos llenos) se puede empezar a ver con otra perspectiva.
Una vez escogido pueblo, el bingo suele tener lugar en el descanso de la orquesta a las dos o las tres de la madrugada. Aunque siempre hay excepciones. Por ejemplo, en Samper este fin de semana comenzó a las 00.15 para así facilitar el juego de los que se quieren ir a dormir temprano.
Varios minutos antes de dar comienzo el «Gran Bingo» las comisiones de fiestas y ayuntamientos ponen a la venta los cartones por cinco euros que están destinados a financiar los premios a los ganadores.
El reloj marca la hora prevista y se nota la tensión en el ambiente, ya que todos los participantes desean ser los afortunados de la velada y recibir el gran premio. Además, es una actividad en la que participan tanto mayores como jóvenes. No importa las copas que uno haya podido tomar, hay estar muy concentrado porque un jugoso premio depende de ello.
Es la hora de comenzar el juego, todos van tachando o cortando sus números. A medida que va quedando menos para que salga el ganador los nervios están a flor de piel. En el momento en el que alguien canta bingo se arma un enorme revuelo entre los presentes y hay ocasiones en las que incluso gritan «tongo» entre risas. A estos todavía les queda la esperanza de que no sea correcto, que alguien haya visto doble… y el juego continue pero en la mayoría de los casos eso no sucede. También existe la posibilidad de que el premio le toque alguien del grupo de amigos y de esta forma alegre la noche a los compañeros invitándoles a alguna ronda. Una vez finaliza este juego de azar la vista está puesta en el disfrute al máximo de la noche y siempre quedará el consuelo, tirando de refranero popular, «de que desafortunado en el juego, afortunado en el amor». La noche dirá…