Agramón acogió el fin de semana la Tamborada Nacional declarada por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Una fiesta que se llena de redobles durante un intenso fin de semana.
Todavía hoy me duelen las muñecas pero me duelen con gusto. Es lo que tiene participar en las tamboradas nacionales y tocar el tambor durante horas y horas, de día, de noche y de madrugada. Acudir a unas Jornadas Nacionales es algo muy especial, porque el tambor une a las personas y hace amigos.
Agramón recibió este pasado fin de semana a miles de tamboristas de cinco comunidades diferentes y veintidós poblaciones. Las calles se llenaron de redobles, abrazos, fotos y sobre todo de muchos recuerdos y amistades. Desde el viernes al mediodía sonaron tambores y bombos y en la medianoche se realizó un espectáculo pirotécnico para terminar rompiendo la hora. Agramón se dejó escuchar bien fuerte y cajas, parches y palillos no dejaron de sonar hasta el domingo. Solamente la lluvia que llegó sobre las cuatro de la madrugada hizo que las pieles de los bombos se retirasen a descansar.
Albalate del Arzobispo en cuadrilla
Los actos centrales tuvieron lugar el sábado y a las once de la mañana se celebró el tradicional desfile de delegaciones oficiales. Alagón, Albalate del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Alzira, Andorra, Baena, Calanda, Fuentes de Ebro, Hellín, Híjar, Jumilla, La Puebla de Híjar, LAlcora, Moratalla, Mula, Samper de Calanda, Teruel, Tobarra, Urrea de Gaén, Valderrobres y la anfitriona Agramón. Un desfile que fue arropado con buen sol y mucho público en las calles.
Ya por la tarde y tras la comida de hermandad llegó el acto de Exaltación donde experimentados tamborileros de cada población mostraron sus mejores toques. El presidente de Castilla La Macha, Emiliano García-Page, encabezó un acto abarrotado de gente que aplaudió cada una de las actuaciones. Tres horas de puro redoble, puro arte, pura pasión. Sobre el escenario se da todo y se da lo mejor.
Alcorisa que recogió el testigo para 2020
Ya llegada la noche era hora de compartir, de cenar y de coger fuerzas para el resto de la noche. Por ejemplo en el local de Alcañiz se cenaban albóndigas junto a los amigos de LAlcora, con los que comparten local desde hace muchos años. Con el estómago lleno era hora de volver a colgarse el tambor, de coger el bombo, de afilar palillos. La noche refrescó, nos quitó una hora de toque, nos empapó de lluvia pero no nos importó.
La organización estuvo a la altura aunque se echaran en falta algunas indicaciones elementales como saber por dónde entran los autobuses a su aparcamiento, indicar dónde están los baños públicos o más rapidez en las lanzaderas de autobuses para llegar a Hellín ya que la gran mayoría de tamborileros tenían su lugar de descanso allí. También por culpa de la lluvia algunos coches y caravanas aparcadas tuvieron problemas de atascos en el barro y la guardia civil tuvo que acudir a rescatar a más de 140 personas. En fin, que nunca llueve a gusto de todos pero hace mucha falta.
Los tambores y bombos callaron de madrugada y todo volvió a su tranquilidad. Era hora de recoger y regresar para casa y esperar al próximo marzo que traerá la XXXV Tamborada Nacional en Alcorisa que ya recogió su testigo durante la Exaltación de la tarde del sábado y que mostró muchas ganas de celebrar el próximo evento. ALCORISA 2020 «El toque que nos une».