Se colocaron testigos en el muro de Gaibar, hinchado desde hace años, y ahora se realizarán unas catas
El cerro Pui Pinos de la capital bajoaragonesa va sumando problemas a medida que se van haciendo comprobaciones después del desprendimiento del mes de abril, del que el miércoles se cumplieron seis meses. Ahora el foco está en el muro de junto a la empresa Aceites Gaibar (lleva su nombre pintado).
En Gaibar el problema no es nuevo. El muro ya lleva un tiempo cediendo y presenta un aspecto preocupante porque está abombado hacia fuera y con numerosas grietas. El departamento de Obras municipal colocó hace unos meses unos testigos, algunos de los cuales se han abierto y otros no. Una vez comprobado su estado después del periodo de tiempo pertinente, ahora se ha acordado realizar unas catas horizontales para conocer su profundidad y qué material hay detrás. Una vez se reciban los resultados, se decidirá si se tira o no; y en el caso de que se derruya, si se vuelve a levantar. «Tenemos que saber primero qué tenemos, a lo mejor es todo roca y no pasa nada o puede que esté húmeda. Se debe analizar», explica el alcalde y concejal de Obras, Juan Carlos Gracia Suso. El primer edil recuerda que el muro se derruirá cuando se construya la calle de acceso al futuro parquin subterráneo del Cuartelillo que está contemplada en los planes urbanísticos municipales pero que no se acomete por falta de presupuesto.
El problema comenzó hace tres o cuatro años cuando se desprendieron piedras del cerro y rompieron una tubería situada en la parte superior y que tiene su desagüe en la propia pared del muro. Esto provoca que ahora el agua se filtre por el interior del muro hinchándolo. A ello se le suma que el muro situado a continuación y que bordea parte de la Ronda de Teruel no tiene ningún desagüe, por lo que el agua de la lluvia retorna hasta Gaibar. Esta pared la construyó el Ministerio de Fomento y desde Gaibar han presentado varias instancias para que solucionaran el problema. Sin embargo, no hicieron nada más que confirmar que la tubería estaba rota. «El muro lo construimos nosotros hace unas décadas. No tiene peligro de caerse porque está construido sobre un banco de piedra muy grande que lo sujeta», explica Vicente Gaibar, propietario de la empresa de aceites, quien detalla que la solución es «sencilla»: que el Ayuntamiento arregle la canalización y que el Ministerio construya los desagües en el otro muro.
Gaibar explica que después de la caída del talud los viandantes se fijan más en el estado del muro pero que, en su opinión, no existe peligro. En cambio, sí está preocupado por las rocas del cerro ubicadas encima de la zona. Con la erosión se han ido creando una especie de recovecos que cree que podrían desprenderse con el tiempo porque no tienen sobre qué asentarse.
Otras obras previas
Los estudios del muro de Gaibar no son los únicos que se han hecho después del desprendimiento de parte del cerro Pui Pinos a mediados de abril. Días después se encargó desde el Ayuntamiento un informe sobre el estado de una grieta del muro de contención del Cuartelillo que había salido años atrás. Sin embargo, no fue hasta entonces cuando el departamento de Urbanismo municipal solicitó a un gabinete externo un informe sobre el estado del muro. Este estudio determinó que se debían tomar medidas «urgentes» para asegurar el muro de contención de la zona del Cuartelillo debido a que, según los técnicos, era «imprevisible» y podía ceder en cualquier momento.
Las obras dejaron patente que esta zona no está construida encima de roca sino sobre rellenos. Por tanto, se repite la misma situación que en el talud del cerro Pui Pinos, también formado por rellenos artificiales que cubrían una antigua cantera. En un principio, se creyó que era suficiente con sanear la zona y construir un muro de contención que resista las cargas. Sin embargo, al desmontar la pared se comprobó que no estaba formada por roca y tierra sino que solo contenía rellenos y arena. «Edificar encima de zonas así con el paso de los años causa problemas pero en los tiempos en los que se construyó estas cosas no se miraban, ahora la normativa no lo permitiría», explica el alcalde.
Los trabajos también dejaron al descubierto unos restos que podrían pertenecer a la antigua iglesia románica de Santiago. Aparecieron algunos fustes de columnas, fragmentos de capitel y una ménsula.