La furgoneta les causó cortes y contusiones pero lograron sortearla por escasos milímetros
Dos hermanas alcañizanas se encontraban paseando en Las Ramblas de Barcelona en el momento del atentado del jueves. Se trata de Ana Julieta y Cristina Calavia, de 23 y 25 años respectivamente, dos supervivientes de una vivencia difícil de asimilar.
Las dos se desplazaron desde Zaragoza, donde residen actualmente, a la capital catalana para pasar el día visitando pisos para el curso que viene, ya que Ana trabajará y cursará allí un máster. Ambas bajaron del metro a la altura del Liceo, y cuando iban hacia Colón escucharon gritos y ruido de metal muy violento. Al darse la vuelta se encontraron la furgoneta. «Bajaba a toda velocidad. Le daba igual llevarse puestos de periódicos, gente, carritos de bebés… « Describió la pequeña de ellas.
La casualidad quiso que las dos hermanas no estuvieran en mitad del paseo barcelonés. «Tuvimos suerte de no estar en el centro, estábamos un poco en el lateral porque nos habíamos parado a mirar algo en mi mochila y la furgoneta nos pasó por al lado y nos rozó. A mí me dio en el muslo con los hierros del morro que llevaba chafado y a mi hermana la arroyó por el costado y la empujó hacia un puesto».
Como resultado, Ana Julieta tiene un par de cortes no superficiales y Cristina lleva contusiones en el muslo y el tobillo a causa de la furgoneta. «El tiempo de reacción fue mínimo. A mi hermana le dio tiempo a saltar y yo solo pude levantar la pierna para sortearla. Si no llego a hacerlo se la lleva por delante. Ni me caí, me quedé en el sitio medio petrificada» relató Ana.
Al apartarse para evitar la furgoneta las dos hermanas se separaron. Una situación que se vio agravada porque Cristina no llevaba teléfono móvil y no podían contactar la una con la otra. «Yo no la encontraba y la fui a buscar entre la gente que estaba tirada en la calle. Como ahora lleva el pelo rosa era fácil encontrarla, pero no la veía. Ella se fue hasta la furgoneta y miró por delante y por abajo a ver si me veía».
Cada una quedó encerrada en un bar distinto durante cerca de una hora. Aunque no podían hablar la una con la otra, Ana Julieta confió y se concienció de que su hermana estaría bien porque había saltado antes que ella. Tras media hora llamó a su madre para informarle de lo que había pasado. «Mamá, no sé si te has enterado. Ha habido un atentado en las Ramblas. Estoy bien pero no encuentro a mi hermana», le confesó.
Las dos hermanas muestran que están a salvo. A.J.C
Finalmente Cristina consiguió contactar con su hermana gracias a que una mujer le prestó su móvil. Le informó de que estaba bien pero se encontraba también encerrada en un bar del que la policía no les dejaba salir porque no era seguro, ya que los terroristas habían escapado. «Parecía un campo de batalla. Policías armados buscando por todos sitios y acordonando zonas y la gente gritando y corriendo para huir», describió Ana.
Cristina fue trasladada para que le atendieran las contusiones a un centro de salud que se encontraba al otro lado de Las Ramblas. Ana recibió la llamada de un policía para informarle del estado de su hermana y en cuanto pudo salir del bar quiso dirigirse hacia allí, pero no podía cruzar todo el paseo. Intentó hablar con otros agentes para que la acercaran hasta allí pero por el trabajo y la situación no pudieron llevarla. Así que Ana se armó de valor y callejeó por una gran cantidad de calles durante más de una hora. «No había otra, mi hermana estaba sola y sin teléfono. No quería quedarme en ese bar, prefería correr e irme lejos. Tenía que verle la cara a mi hermana y asegurarme de que estaba bien», explicó Ana.
Tras encontrarse, ambas fueron atendidas por los servicios sanitarios y pudieron coger un taxi para que las alejaran de allí. El conductor se solidarizó con la situación y no les cobró la carrera. «Hubo mucha gente que se volcó, venía a donar sangre y ofrecía su casa. Estaba lleno de extranjeros y turistas que no tenían nada y al encontrarse con todo eso allí no podían hacer nada», comentó la pequeña Calavia.
Los padres de Ana Julieta y Cristina no se lo pensaron dos veces y fueron hasta Barcelona para recoger a sus dos hijas a las 10 de la noche. Regresaron a Zaragoza, donde residen actualmente por cuestión de estudios. «Hemos dormido en nuestras habitaciones, que es la mayor seguridad que he sentido desde el atentado», confesó la hermana pequeña.
Desde el momento en el que vieron la furgoneta las hermanas Calavia pensaron en la posibilidad de que fuese un atentado. «Era igual que lo que pasó en Londres, en Niza y en Alemania. Era un coche arroyando una avenida repleta de gente. Había tanta gente que parecía fin de semana y al de la furgoneta le daba igual lo que se llevara por delante», destacó Ana Julieta.
Utrillas guarda varios minutos de silencio por las víctimas del atentado terrorista. AYTO DE UTRILLAS.
Por otra parte, varios pueblos del Bajo Aragón Histórico como Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Caspe Calanda o Utrillas se concentraron ayer a las puertas de sus respectivos ayuntamientos en repulsa a los atentados terroristas perpetrados tanto en Barcelona como en Cambrils. Los vecinos guardaron tres minutos de silencio en memoria de las víctimas y heridos y las banderas ondearon a media asta.
Decenas de alcorisanos se solidarizaron con los atentados de Cataluña. A.M.
En Alcañiz, fueron más de un centenar de vecinos los que se congregaron en la Plaza España para rechazar el terrorismo y la violencia que va en contra de los Derechos Humanos. Juan Carlos Gracia, edil de Alcañiz, incidió en la importancia de mantenerse unidos para combatir el terrorismo. «Está claro que esto son cuatro asesinos sueltos locos que hay por ahí. España ha vivido la lacra del terrorismo y espero que se combata esta nueva lacra con la misma unidad, o mayor si cabe, por parte de todas las fuerza políticas. Que no haya división ni se haga política con este tipo de hechos. Tenemos que tener claro que debemos estar unidos contra el terrorismo. Con el de antes y el de ahora», sentenció el edil.
Concentración en la Plaza de España de Alcañiz condenado los atentados terroristas. S.G.