Gran parte del éxito de la Marcha Senderista del Mezquín reside en la organización, a cargo de MASEM
La Marcha Senderista del Mezquín en realidad nació en 1997 con un objetivo más turístico que deportivo. Recorrer los rincones de las localidades que entonces formaban la Mancomunidad del Mezquín fue una idea de Rafael Uliaque, técnico de deportes en aquella época.
Ahora es MASEM la asociación encargada de gestionar a los cerca de 1.000 senderistas que se calzan cada noviembre sus botas de montaña para seguir disfrutando del entorno.
Son las nueve menos cuarto de la mañana del domingo 11 de noviembre y Gregorio Gargallo, portavoz de MASEM, va de un lado para otro. Hay mucho que organizar. Mientras, los grupos de senderistas que ya han pasado a por sus acreditaciones por el porche del Ayuntamiento de Torrevelilla se disponen a partir. Han venido desde muchos lugares, pueblos cercanos y no tan cercanos, algo que a Gregorio todavía le sorprende.
En 1997 esta marcha fue pionera y en aquel entonces fueron ellos los que tuvieron que moverse. «Hace 22 años el técnico de deportes nos propuso hacer una marcha senderista. Fuimos a una en Logroño, les cogimos un poquillo la idea y empezamos a organizarla», explica. Una vez se exportó, la participación fue aumentando. Hubo una época en la que los 950 senderistas del pasado domingo fueron el doble, pero se ha ido «estabilizando».
Después de tanto tiempo organizando este encuentro, en el que el deporte sirve cada año como excusa para encontrarse con amigos, la gestión parece ir ya rodada. «Hemos llegado a un punto en el que la gente que viene a andar esta cómoda porque se siente arropada y desde la organización también nos sentimos cómodos porque somos capaces de mover a esa cantidad de gente», comenta Gregorio frente a la mesa en la que algunas de sus compañeras de MASESM entregan las camisetas a los senderistas.
La organización es más sencilla de lo que parece. «¿Sabes lo que pasa? Que todo el mundo sabe lo que ha de hacer. No hacemos reuniones maratonianas, ni hay que decirle a la gente que ha de comprar una cosa, que hay que organizar, que ha de ir…Nada», asegura con una sonrisa. Dentro de la Asociación, conformada por más de un centenar de personas, todo funciona gracias a grupos de amigos que llevan muchos años colaborando.
Gregorio parece quitarle hierro al asunto a base de humildad. «Lo haces a gusto, usas dos o tres semanas de tu año y la gente lo tiene bastante controlado (…) somos una cuadrilla de amigos que lo pasan bien un domingo«, dice tranquilo.
Esta Marcha Senderista va peregrinando edición tras edición por Torrevelila, Belmonte de San José, La Codoñera, Torrecilla de Alcañiz, Valdealgorfa y Castelserás, La Cerollera y La Cañada de Verich. Una vez el ayuntamiento del pueblo correspondiente asume la responsabilidad que supone acoger este encuentro, toda la maquinaria organizativa se vuelve a poner en marcha. El año que viene le toca el turno a Belmonte. Hagan hueco en sus agendas porque en principio será el 10 de noviembre.
Le pido a Gregorio que defina con un adjetivo la mañana del domingo. «Yo creo que amistad. ¿Amistad es un adjetivo? No, es un sustantivo, ja, ja. Vamos a poner entonces amabilidad, o compañerismo», dice entremezclando las palabras con la risa. Al final me ofrece dos, pero a juzgar por el ambiente vivido en Torrevelilla ambos parecen bastante acertados.