Hace ya más de diez años, Ana Mendieta dio un giro a su vida en el que su mayor apuesta fue la artesanía. En este dejo atrás su ciudad natal, Bilbao, y viajó hasta Maella, lugar en el que desde entonces vive gracias a su creatividad. «Mi antiguo trabajo no tenía nada que ver con lo que realmente me gustaba, que era la artesanía. No disfrutaba. Conocí a un artesano de Maella gracias a la revista Arte y Oficio y entonces no hubo vuelta atrás: dejé mi trabajo, vendí mi casa y me fui», confiesa.
Aunque no fue hasta llegar a Maella cuando realmente comenzó a dedicarse de forma exclusiva a la
artesanía, esta siempre había estado presente en su vida. Sus inicios en este mundo estuvieron ligados a los conocimientos que obtuvo al estudiar Diseño de Moda. Controlar el mundo del patronaje le llevó a crear muñecas artesanas en fieltro que imitaban a personajes importantes en otras artes como la literatura.
Si bien a día de hoy todavía continúa con la muñequería, su carácter inquieto pronto le llevó a explorar más disciplinas. Al poco tiempo de llegar a Maella e instalarse en su taller, Ana se quedó embarazada y comenzó a construir una casa de muñecas con miniaturas para su futura hija. El proceso creativo le gustó tanto que desde entonces ha creado miles de escenarios en miniatura. «Lo que más me gusta del proceso es cuando tengo una idea y entonces tengo que planear como convertirla en una realidad. Es un trabajo en el que la inspiración aparece como por arte de magia», explica.
La artesana realiza todo tipo de trabajos propios o encargados por aquellos que confían en su
capacidad de crear a partir de pequeñas piezas. Concienciada con el medioambiente, siempre procura que los materiales que emplea sean reciclados, para lo que reutiliza pequeñas piezas que sobran de trabajos anteriores, maderas, telas o materiales que sus amigos le regalan.
Aún creando escenarios comunes como pueden ser casas o recreaciones de pequeñas oficinas y profesiones, Ana siempre busca que estas sean únicas a través de los detalles. Uno de sus últimos trabajos forma parte de la colección que ella misma ha creado de pequeños talleres de costura. «Casi siempre acabo organizando mi obra en series que agrupen pequeños trabajos que voy realizando según me surgen nuevas ideas o experimento nuevos campos», añade.
Sus dotes artísticos también se pueden trasladar a la pintura o la bisutería, aunque en cada especialidad su proceso de trabajo es diferente. «La bisutería es más similar al mundo de las miniaturas,
pero en pintura el procedimiento es más complicado porque la inspiración me llega en momentos muy concretos», señala. Cuando esto ocurre, debe ponerse a trabajar en ello de inmediato, aunque en ocasiones después sus creaciones son compartidas en varias soportes. «Últimamente selecciono elementos que pinto y los convierto en miniatura».
Desde que llegó a Maella ha dado a conocer su obra en multitud de ferias del territorio. En su día, dada la ausencia de estas debido a la covid, la artesana tuvo que buscarse un trabajo extra. A día de hoy todavía continúa, aunque confiesa que, a diferencia del mundo de la artesanía, no se ve trabajando para siempre en este nuevo oficio. «Mi creatividad es infinita y la artesanía es la única profesión que permite desarrollarla y en la que espero seguir toda mi vida», concluye.