«A nivel personal, luchamos en la vida por tener un patrimonio y por coservarlo. A nivel global, es lo mismo. La actividad industrial de esta comarca es nuestro patrimonio y hemos de preservarlo porque tiene un interés y un valor importante que hay que proteger y mostrar». Con esta reflexión abrió este jueves la I Jornada sobre Patrimonio Geológico y Minero Industrial como fuente de desarrollo sostenible Francisco Pizarro, presidente de la Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero.
En el último siglo, la actividad económica principal de buena parte de la provincia de Teruel ha girado en torno al carbón. La historia de los andorranos y andorranas -al igual que la de todos los vecinos de los pueblos de las comarcas Andorra-Sierra de Arcos y Cuencas Mineras- no se entiende sin su pasado minero eléctrico. La actividad minera ha conformado la identidad y personalidad de la sociedad andorrana y, en este momento traumático de cierre de minas y Central Térmica, es fundamental trabajar para conservar, proteger y difundir todos esos valores en forma de patrimonio industrial. Bajo esta premisa, una decena de ponentes expertos en patrimonio analizaron, reflexionaron e intentaron visibilizar todos esos elementos que todavía quedan en la zona y que son fundamentales para conocer el pasado de una tierra llena de oportunidades. Si bien es cierto que el turismo que pueda atraer este patrimonio industrial no va a ser el único revulsivo para reactivar la comarca, puede convertirse en uno de los pilares económicos del futuro. «Además del patrimonio en sí, estamos hablando de una actividad que se ha perdido. Dentro de 50 años no habrá mineros y, sino se trabaja por la conservación y difusión, nadie sabrá que ha existido», dijo Pizarro, que hizo especial hincapié en poner en valor los archivos de las empresas.
En ese sentido, cabe destacar que en Andorra no está todo por hacer. De hecho, ya hay experiencias positivas como el desarrollo del parque tecnológico MWINAS, que constituye un ejemplo especial puesto que los propios trabajadores han participado de forma voluntaria en su recuperación y conservación. Se trata de un espacio que, en 2005, la comarca Andorra-Sierra de Arcos y la Asociación Pozo de San Juan -formada por mineros jubilados y prejubilados-, decidieron poner en valor. Entonces cerró la última mina de interior de Andorra, La Oportuna, y se decidió hacer un homenaje a los mineros.
«El espacio se adecentó un poco para ese momento puntual pero vimos que podíamos sacarle más partido y comenzamos a trabajar de la mano, Comarca y asociación», recordó Mª Ángeles Tomás, técnico de Cultura y Turismo de Andorra-Sierra de Arcos. Detalló que el pozo de San Juan supuso una gran inversión para Endesa pero que de su castillete nunca se llegó a extraer carbón. «El pozo de San Juan se construyó antes que la Térmica. Endesa tenía un plan para conectar las minas Oportuna y Andorrana en este espacio y sacar el carbón por aquí para llevarlo en el tren a Escatrón», explicó Tomás. No obstante, los estudios geológicos no fueron correctos y, a medida en que iban profundizando en el pozo (de más de 300 metros de profundidad) iba saliendo mucha agua. El pozo se usó finalmente para abastecer de suministro a toda la ciudad. Endesa lo usó como sede de telecomunicaciones, almacén… En los sesenta se abandonó y así estuvo 20 años.
Hoy, el MWINAS es un museo vivo que visitan más de 3.000 personas al año. Cuenta con una exposición permanente ubicada en los antiguos almacenes que recrea espacios de la vida cotidiana de los mineros y otra exposición al aire libre, de unos 5.700 m2, en la que se conservan, además el castillete de extracción minera y los talleres y almacenes, una numerosa e importante colección de máquinas de gran tamaño. En el exterior, se ha recuperado el tren minero «Pozo de San Juan» con una réplica de la locomotora Baldwin que recorre el parque por la vía que hubiese recorrido la línea de ferrocarril Andorra-Escatrón.
La jornada sobre patrimonio, que concluye hoy con una visita al parque MWINAS, también abordó experiencias positivas en lo que respecta a la recuperación de centrales térmicas. Yashodara López García, directora del Museo de la Energía de Ponferrada (León), presentó el que se conoce como La Fábrica de la luz, un miseo ubicado en la antigua central térmica de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP). Cesó su actividad en 1971 y, tras una profunda restauración en la que también participaron los antiguos trabajadores, el espacio invita a viajar en el tiempo para descubrir cómo se producía la electricidad a principios del siglo pasado y cómo era la vida de las personas que vivieron y trabajaron allí, sus recuerdos, sus anécdotas y sus protagonistas. Este museo suma 20.000 visitantes al año. «Me ha emocionado ver la Central de Andorra, son casi gemelas», señaló López García.
Convertir la Central Térmica de Andorra en un gran museo es «complicado», según coinciden todos los agentes del territorio. La inversión multimillonaria necesaria solo podría correr a cargo de la empresa y, en este caso, Endesa ya tiene redactado su proyecto de desmantelamiento. Ahora, una nueva plataforma, en la que están integrados algunos de los ponentes de la jornada, ha solicitado que se estudien sus posibles usos antes de demolerla. «El MWINAS estuvo 20 años abandonado. Si se hubiese empezado a trabajar nada más cerrarse, todo hubiese sido más fácil. Ahora sería el momento de empezar a trabajar en la Central porque las minas no se entienden sin Central, ni la Central sin minas», apostilló Tomás. La Térmica no tendría necesariamente que convertirse en un museo. Podría plantearse dentro de la misma un centro de emprendedores o de tecnologías, entre otras cuestiones.