Ángel Antolín, atleta de Monroyo, forma parte del Matarraña Team, equipo que este fin de semana logró consagrarse como ganador de la 24K de la Tastavins Trail que se celebró en Peñarroya. Antolín fue quien inició la programación del evento el viernes con una charla en la que dio a conocer su experiencia tras ascender al monte Kilimanjaro, un logro que le sirvió para volver a demostrar que deporte y diabetes son compatibles.
¿Cómo se ha vivido este año la Tastavins Trail?
Lo hemos pasado muy bien. Al final es la carrera del club del Matarraña, y este año también coincidía con el Campeonato de Aragón de Clubes, por lo que la hemos vivido con muchas ganas. Es una carrera dura, pero hemos trabajado en equipo para acompañar a las chicas para que también subieran al podio. Y lo hemos conseguido, por lo que estamos contentos.
¿Qué supone haber obtenido estas clasificaciones en la prueba del Campeonato de Aragón de Clubes?
Para nosotros es súper importante. El Matarraña nació aquí en Peñarroya hace cuatro años y entonces tan solo éramos un grupo de amigos a los que nos gustaba correr por pura afición. Este año hemos participado 25 y los chicos han logrado ganar el primer puesto y las chicas se han hecho terceras. Lo que hace cuatro años solo era un pasatiempo entre un grupo de amigos ahora ha llegado a posicionarse a nivel de todo Aragón, por lo que para nosotros es todo un logro.
¿Cuándo nace tu vinculación con este deporte?
Empecé a correr cuando tenía 19 años, primero como un mero pasatiempo y poco a poco a participar en diferentes carreras a nivel más deportivo hasta la actualidad. Al principio recuerdo que no era capaz de correr cinco kilómetros seguidos, pero siempre tenía la ilusión de correr una ultra. Lo que más me preocupaba era mi condición como diabético, aunque también recuerdo que pensaba ‘si soy capaz de controlarme la diabetes en una carrera tan larga luego en el día a día va a ser súper fácil’. Entonces el objetivo era hacer carreras de larga distancia y por ahora lo he conseguido.
El ser diabético no pudo con tu ilusión por lograr correr.
Al principio mucho. Entonces cuando conocía a diabéticos que hacían lo que estoy haciendo yo ahora pensaba que había unos pocos que eran capaces de hacer esas cosas y luego estaban los diabéticos normales, que nos teníamos que conformar con otras cosas. Con el tiempo me di cuenta de que eso no era así y ahora creo que en los últimos años ya hemos dado un paso y que la gente sabe mucho más sobre este tema. Pero claro, yo llevo 27 años con la diabetes, aunque tengo 29 años, y he ido creciendo con el estigma del ‘no puedes’. De hecho, a muchas personas a las que les he contado mi condición lo primero que me han contestado es ‘pues yo conozco a alguien que le cortaron una pierna o alguien que se quedó ciego’. Yo he crecido con eso, entendiendo que la diabetes es algo que va a ser malísimo, y no es eso ni mucho menos.
En la charla de este viernes contaste que esto tampoco te impidió subir al Kilimanjaro. ¿Cómo surge esa experiencia?
Soy una persona muy activa con el colectivo de diabetes, y se pusieron en contacto conmigo para explicarme que iba a haber un proyecto sanitario en el que se iba a realizar un estudio de glucosa en altura. Es un viaje que me llegó como una gran oportunidad. Fueron 12 días en Tanzania y los primeros tres días hicimos un voluntariado sanitario y vimos un poco la realidad del lugar y luego ya nos centramos en la montaña. Estuvimos seis días, fueron cuatro y medio de subida y uno y medio de bajada. Cuando lo cuento a veces la gente no me cree, pero es que cualquiera que quiere ir al Kilimanjaro puede ir al final. Es el poder del deporte. Realmente no es una montaña difícil, la dificultad es la altitud, porque es verdad que llegas a los 6.000 metros y el oxígeno al final pues sí que disminuye. Es menos denso, pero no es un monte difícil.
¿Cómo te preparaste para ello?
Lo que hice fue cambiar y dejar de hacer carreras para salir al monte con mochila y ver cómo mi glucosa respondía ante ese cambio de correr a andar. Con el cambio me di cuenta de que cuando ando puedo, por ejemplo, llevar insulina circulante y de la otra forma tengo que evitar eso un poco más porque tengo más bajadas de azúcar. Aunque dejar las carreras no fue un cambio radical para mí, porque tampoco las necesito para entrenar. Me encanta salir al monte y hacer deporte en general, es algo que también es parte de mi tratamiento con la diabetes.
¿Qué papel ocupa el deporte en tu vida?
Es un pilar fundamental, porque el tratamiento es súper importante para tener un buen control. Yo tengo ahora un control súper bueno que sin deporte sería incapaz. Y luego también es importante a nivel emocional. Hace unos años yo no me sentía capaz de hacer lo que hago ahora y actualmente me siento súper fuerte también emocionalmente. Cuando llegan días de mal control, pues sé que va a pasar y que tengo conocimientos y capacidad para que todo vaya bien y eso es gracias al deporte.
Y eventos como la Tastavins Trail, ¿qué importancia tienen para ti?
Lo que hace Peñarroya en este sentido es ejemplo para todos los pueblos y para toda la gente que estamos detrás. No solo supone un impacto económico, sino que es importante porque estamos haciendo algo que es saludable. Ayer mismo el alcalde contaba que gracias a estas carreras los corredores venían a entrenar aquí y las sendas se mantenían limpias, algo que permitió que los brigadistas llegaran antes durante los incendios de este verano al estar el terreno así de limpio y cuidado. Pero también va más allá. Es algo que genera un impacto social, y eso se ve en unos niños pequeños que crecen con la cultura de correr, disfrutar del paisaje y darle importancia al entorno donde vivimos.