Ania y su violín son inseparables. Hace diez años cambió Polonia por Calanda y su vida es la música
Calanda se cruzó en el camino de Ania cuando buscaba un verano diferente lejos de su Bialystok natal. «Y tan lejos que me fui», dice. Su primera experiencia calandina fue en la cooperativa y sin saber ni el oficio «pues fue a la aventura», ni el idioma, algo que sorprende charlando con ella. «Cada día me iba a trabajar con una lista de diez palabras que me obligaba a aprender», ríe. Volvió a Polonia pero cuando acabó sus estudios de Música (Grado Superior en Violín y Medio en Piano) regresó a Calanda donde había conocido a su ahora marido.
Se instaló y enseguida empezó a dar clases de «lo suyo». Se inició en la escuela de música de Andorra y ahora reparte sus tardes entre las de Calanda y Calaceite y la de Valderrobres que incluye además a Valjunquera, Beceite y Monroyo. Imparte Lenguaje Musical, piano, violín y viola a niños de 4 años en adelante y a adultos, que cada vez son más. «Me encanta porque es música para ti y es importante dedicarnos tiempo», dice. Como docente trata de dedicarle a cada uno el que requiere porque «cada persona es única y está en música por una razón». Ella también trata de tener su tiempo para su trabajo y su vida personal en la que se incluye su marido y sus dos hijos, -un niño de 3 años y una niña de 6-. «Esta vida es muy gratificante porque a mí me gusta ver a la gente feliz con mi música pero hay que estructurarse y organizarse y entre todos lo conseguimos».
Parte de los kilómetros que recorre lo hace además con sus agrupaciones y, desde luego, con su violín. Está en Trio Somne Musica, la Orquesta de Cámara del Bajo Aragón y la Camerata Contrapunto, ambas dirigidas por José Marco. También en Bordón Negro, el grupo flamenco en el que a otros instrumentos como el laúd, ella aporta su violín. «La mezcla llama mucho la atención… ¡pero suena bien!», reflexiona divertida. Y tanto que suena bien. Su propuesta gusta cada vez más. Siguen dando conciertos, además de que en septiembre demostraron en las fiestas de Alcañiz que Bordón Negro ha llegado para quedarse y ya están organizando la segunda edición del Ciclo de Flamenco en Caspe en mayo con conciertos y masterclass. Anima a que las mujeres tomen más protagonismo sobre los escenarios. «Tengo la oportunidad de tocar en muchos sitios y coincidir con muchas agrupaciones y sigue habiendo pocas mujeres haciendo música», reflexiona. «Alumnas tengo muchas, a ver si va cambiando la situación», añade.
Antes, el 24 de febrero, Ania actuará en la Sala Mozart de Zaragoza a las 11.30 con la Camerata en un concierto para todos. «También para niños, que vean cultura es bueno para su desarrollo y les aporta bondades que pueden aplicar a su vida». Es partidaria de que los niños se aburran porque de ahí sale el ingenio. «Yo de niña escribía mucho», explica. Ahora, junto a la música, la escritura es otra de las disciplinas que le apasionan y a la que no descarta llegar a dedicar más tiempo. «Si paras te estancas y tu trabajo te deja de apasionar».
El contacto con Polonia es constante a diario y todos los años viajan con los niños ya que «es importante que mantengan esa parte de sus raíces». Es una gran embajadora de su país del que reflexiona sobre su «joven historia» y no le extraña que sea un destino solicitado de vacaciones pues los tesoros naturales bien lo merecen. Hasta que con poco más de 20 años se marchó, se crió en Bialystok, una ciudad muy cerca de la frontera con Lituania. Allí y siendo muy niña comenzó con la música. No encuentra una razón, simplemente le gustaba. Decidió encaminar sus estudios hacia ello y se convirtió así en la primera que se dedicaba profesionalmente a la música. «Un tío mío también toca y tiene sus grupos pero no vive de ello, y mi madre también toca desde siempre el piano pero ella es arquitecta», dice. Sobre la cuestión de si podría haber seguido esa vertiente en lugar de la artística, reconoce que las matemáticas no le gustan mucho aunque luego, sentada ante una partitura, «te das cuenta de que están muy relacionadas con la música».
Ella también es la única de su familia que está fuera de su país pero los suyos también saben cómo es Calanda y cómo son sus tradiciones en las que se meten de lleno en sus visitas a Ania. «Si ellos van viniendo una vez en el año y nosotros vamos otra, estamos más en contacto».
Una más en Calanda con violín, con piano… o con bombo
«Calanda es un pueblo muy rico en cultura», dice categórica. Menciona el cine, la música y, por supuesto, la Semana Santa. Su marido es un apasionado, uno de los que recorre bastantes kilómetros representando al territorio en la cuadrilla. Ania tenía dos caminos y eligió el de la integración y por una cuestión irracional. «Me impactó». Desde que conoció la Semana Santa de Calanda ella es la primera con su bombo y en parte cree que es porque por una vez en el año, ella lleva el ritmo y no la melodía. «Tengo que vigilar no emocionarme mucho porque las manos son mi herramienta de trabajo pero lo doy todo», advierte.
Es mi profesora de piano y toca muy bien. Me lo paso bien en las clases.
Que bonica eres Duna. Te quiero mucho.
Todo trabajo tiene su recompensa.
Es un placer escucharte, nos transportas a otros momentos.
Eres Magnífica tanto como músico como persona un bso