Tener 18 años y lograr recuperar una tradición en un lugar tan emblemático como la basílica del Pilar de Zaragoza es posible. Que se lo digan a Lucía Núñez. Este pasado sábado, mientras cientos de fieles llenaban la plaza y otros tantos festejaban en distintos puntos de la ciudad, esta joven ariñense no solo cumplía un sueño, sino que también se convertía en la primera mujer que bandeaba las campanas durante el Rosario de Cristal de las fiestas del Pilar.
El campanario llevaba más de diez años sin sonar en esta procesión, una de las más solemnes y relevantes de todas las fiestas del Pilar. Que esta situación cambiara fue algo que Núñez se propuso poco después de tocar uno de estos instrumentos por primera vez, hace tan solo un año atrás. «Mi pareja, Pau, fue el que me introdujo en este mundo. Desde entonces hemos tocado en Ariño y Valencia. Pero siempre he tenido claro que quería tocar en este lugar tan emblemático», relata Núñez.
Antes de que llegara la fecha la joven estuvo durante un mes entero en contacto con la Basílica para conseguir su objetivo. Una vez estaba a punto de lograrlo, quiso vivir cada minuto y por eso, dos horas antes de que todo empezara, ella ya estaba ahí arriba, a más de 90 metros de altura, revisando las cuerdas de las nueve campanas, pero sobre todo decidida y emocionada por hacerlas sonar. En total, tanto Lucía como el resto de campaneros de Puzol (Valencia) y Ariño que la acompañaban estuvieron durante una hora sin dejar de bandear. «Compartí el momento con mis padres, fue muy emocionante. En gran parte también lo hice pensando en mi abuela, que falleció hace dos años. Terminé con bastantes ampollas…pero valió la pena», recuerda.

Ahora confía en que el repique pueda volverse a escuchar en los Rosarios de los próximos años, y así mantenerse en el tiempo, algo que, pese a que el toque manual de campanas es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, resulta «bastante complicado» por la falta de relevo.
Cuando el campanero de un pueblo muere, cuenta la ariñense, también lo hace esta tradición. Por eso considera crucial que los jóvenes se impliquen en mantener su legado, para ella, «lo más bonito que tenemos». Especialmente las mujeres, quienes nunca antes habían sido reconocidas dentro de esta tarea. «Cuando los hombres estaban en el campo, era la mujer quien se encargaba de este papel, aunque nunca se le tenía en cuenta. Merecemos el mismo reconocimiento», añade.
Meses atrás, esta ariñense ya se puso manos a la obra para lograrlo. Con tan solo 18 años, el amor por las campanas, sus costumbres y su tierra le hizo reunir a toda su familia para crear el grupo de campaneros de Ariño, y que así, las campanas de su pueblo volvieran a sonar. «Esta Semana Santa fue la primera vez que tocamos. Tenemos muchas ganas de poder hacerlo en otros sitios igual de importantes que el Pilar, y que a nosotros se unan más vecinos. Para mí es todo un orgullo», concluye Núñez.