Belmonte regresa al siglo XII cada Sábado Santo para revivir la concesión del documento que permitió la repoblación del municipio
La música de gaitas, los puestos medievales y el teatro animaron como cada Sábado Santo, desde hace 16 años, a belmontinos y vecinos de la contornada a revivir el aniversario de la concesión de su Carta Puebla en 1232.
Hace 785 años, Alvar Fernández, el Comendador de la orden de Calatrava de Alcañiz, entregó el documento a los repobladores de la Villa de Belmonte, otorgando una serie de privilegios y algo más de independencia a los vecinos de la localidad bajoraragonesa. Este hecho histórico fue celebrado por todo lo alto por los habitantes del municipio a través de la recreación de la Carta Puebla, eje central sobre el que giraron un sinfín de actividades, como un mercado medieval, talleres de cerámica y vidrio, danzas o la exhibición de vuelo de aves rapaces.
Todo el pueblo se volcó en esta recreación. Fueron sus vecinos, unos 30, los que se encargaron de encarnar en primera persona la historia de sus antepasados. Estos actos fueron organizados por la asociación cultural Amigos del Mezquín. María Teresa Tomás, miembro de la organización, comentó que se trata de un día en el que los vecinos de los pueblos cercanos se trasladan al municipio para disfrutar de las numerosas actividades para todos los públicos que se realizan a lo largo de todo el día. Y, como indica la carta puebla, empezó a «florecer la vida» en las calles de este municipio. Así lo sintió Ana Niel, belmontina y residente en Barcelona, que vuelve cada año a su localidad natal para disfrutar del evento: «Es una fiesta muy bonita. El Sábado Santo el ambiente es increíble, ojalá estuviera así muchos días del año», comentó emocionada, mientras aguardaba de la mano de su nieto para ver cómo su hija actuaba en la representación.
Alrededor de la recreación histórica, se realizaron un sinfín de actos que trasladaron a Belmonte de San José a su pasado medieval. La taberna, las banderillas rojas, verdes y naranjas, que flotaban por el aire, la música o el atuendo de sus vecinos fueron las claves para viajar en el tiempo.
La jornada comenzó temprano con un típico almuerzo medieval. Continuó con la apertura del mercado a las once y media, que inauguraba uno de los días más importantes de la Semana Santa belmontina. Por la tarde, las gaitas y tambores siguieron sonando para crear el ambiente festivo que reinó durante toda la feria. Después de una comida popular en el pabellón, a las cinco de la tarde, el vuelo de las aves rapaces fascinó a los asistentes de todas las edades. También se pudo visitar la exposición didáctica de Armamento e Indumentaria, a cargo de la asociación de recreacionistas «Calatravos y Mesnada de Alcañiz».
A las 18.30, los vecinos se volvieron a poner en la piel de sus antepasados, en este caso en la de los belmontinos de 1363, para recrear la «Cena Real de Presencia» con la llegada y estancia del Rey Pedro IV «el Ceremonioso» en Belmonte. A esta representación le siguió un desfile real por las calles que ofrecían distintos productos artesanos y gastronómicos con estética medieval a vecinos y turistas. Todas estas actividades finalizaron al caer el sol, cerrando así una jornada en la que Belmonete de San José regresó al Medievo bajo la atenta mirada de vecinos y turistas.