Maella ha celebrado el Centenario de su Plaza de Toros Las Arenas con un evento taurino por todo lo alto. Para ello, este sábado recibió la visita de los toreros Jesulín de Ubrique y Cristiano Torres. Esta plaza que fue inaugurada en 1922, tras ser construida por los vecinos, consiguió congregar alrededor de 1.000 personas en su graderío.
El público esperaba con ganas el evento taurino, en el que se escucharon diversos pasodobles a lo largo de la celebración por parte de una charanga, cuando el primer edil así lo indicó. El ambiente festivo no decayó durante toda la tarde.
El graderío maellano ansiaba la llegada del matador Jesulín de Ubrique y del joven promesa, el novillero Cristiano Torres. En un primer momento se procedió al despeje de la plaza y al saludo al presidente de la misma, que en este caso fue el alcalde de la localidad, Jesús Zenón Gil. A continuación, el torilero procedió a dar paso al primer novillo de la tarde. En esta primera ocasión el encargado de rematar la faena fue el torero Jesulín de Ubrique.
El torero realizó varios movimientos. Entre ellos varias Verónicas y diversas gahoneras por la espalda, entre otros. Llevó a cabo movimientos de pie con la mano derecha, pero también movimientos de pie con la izquierda, en los que el torero se arriesgó frente al novillo al dejar su cuerpo más expuesto delante del animal. Al rematar esta primer faena, el presidente de la plaza le concedió las dos orejas del toro.
El segundo turno fue para el joven novillero Cristiano Torres. En este caso, el torero se arriesgó todavía más añadiendo algunos movimientos de rodillas, tanto con la mano derecha como con la izquierda. Con el movimiento al natural (con la mano izquierda) Torres se lució delante del toro todavía más. Incluso consiguió casi parar el tiempo ante el silencio del graderío con su muleta frente al animal. Cabe destacar que en todos sus movimientos mostró una absoluta elegancia y un corte purista. Para Torres el público pidió las dos orejas y el rabo desde un primer momento. La prueba de ello es que cuando remató la faena consiguió poner a todo el graderío en pie. En estas dos primeras faenas los toros fueron premiados con la vuelta al ruedo por su nobleza.
El tercer toro fue de nuevo para Jesulín de Ubrique, quien en esta ocasión ya consiguió las dos orejas y el rabo. Este toro no aceptó la humillación, sin embargo, el torero lo entendió y lo toreó a media altura. Durante la vuelta al ruedo del torero (que realizó dado que le premiaron con las dos orejas) la afición le agasajó con diversos obsequios, como una bota de vino, entre otros.
Finalmente, Cristiano Torres terminó la faena en el cuarto toro necesitado de un pinchazo en lo alto y el descabello (una espada con la punta en forma de cruz que se utiliza cuando no se consigue matar al toro en el intento realizado con la primera espada). Las faenas de Torres llegaron fuertemente a los tendidos.
Tras este trabajo, Torres fue aclamado por todo el público en pie. A ambos les pidieron multitud de fotografías. Pero además, Cristiano Torres salió de la plaza a hombros, demostrando su gran talento, al grito de «torero».