La Central Térmica de Andorra ha quemado el último gramo de carbón este domingo pasadas las siete de la mañana. A las 7.37 se la producido el apagón de una planta que llevaba en funcionamiento más de 40 años y que ha sido el gran motor industrial de la provincia de Teruel.
Atrás quedan aquéllos años en los que a Andorra y a Ariño llegaron gentes de todo el país, para trabajar en el sector, bajar a la mina cada día y pertenecer a una familia, la minera, que ha sido ejemplo de lucha, tenacidad y duro trabajo.
Sin un plan concreto de reindustrialización sobre la mesa, las esperanzas para mantener el empleo se reducen en el corto plazo a los cursos de formación para desmantelar la planta que comienzan este lunes. Los trabajadores, tanto los directos como los indirectos de las subcontratas, piden mayor concreción en este sentido ya a estas alturas todavía no saben cuántos de ellos seguirán teniendo empleo. Han convocado a toda la ciudadanía a que se sumen el martes 30 a las 13.30 a la concentración en las puertas de la Central. Arroparán el último cambio de turno y reivindicarán sus cuestiones laborales de futuro.
Pese a que el Ministerio todavía no ha autorizado el cierre, la Central cerrará sus puertas el martes. Desde Endesa insisten en que este es un punto y seguido. Una transición hacia una nueva vida. «Pensamos que no cerramos una etapa sino que abrimos otra que también creará empleo en el territorio con las energías renovables, por eso, hay nostalgia por un lado pero por otro, ilusión», dijo el director de la planta.
En el medio plazo, el territorio tiene la vista puesta en los convenios de Trasición Justa del Ministerio y en los proyectos que el Gobierno de Aragón ha anunciado pero no ha concretado.
343 metros de chimenea
La Central consta de tres grupos, con una potencia total de 1.100 MW. Cada grupo dispone de caldera, turboalternador y torre de refrigeración. Completan la instalación el parque de carbones y caliza, el sistema de evacuación de cenizas y escorias, la planta de desulfuración y la chimenea de 343 metros de altura para la evacuación de los gases de combustión.
Fue construida entre los años 1974 y 1979 con objeto de llevar a cabo un uso extensivo de los
lignitos negros procedentes de explotaciones situadas en la cuenca minera turolense, mezclados con carbones de importación. El lignito se transportaba hasta el parque de carbones de la central por camión y los carbones importados se transportaban por barco hasta el puerto de Tarragona y, desde allí, por ferrocarril hasta la planta. Como combustible auxiliar para arranques y apoyo a la combustión se utilizaba gas natural.
Durante sus cuatro décadas de actividad ha producido 224.000 GWh, equivalentes al consumo de electricidad peninsular durante un año. Para ello ha necesitado 142 millones de toneladas de carbón, de las que 110,9 millones de toneladas fueron de carbón nacional y 31,7 millones de toneladas de carbón importado. Las compras de lignito a empresas de la zona (Samca, Compañía General Minera, etc) se elevaron durante los años de explotación de la central a 73,3 millones de toneladas. Las minas de Endesa aportaron 36 millones de toneladas. El resto, 1,6 millones de toneladas, correspondió a hulla nacional. Por su parte, el carbón de importación procedió de Sudáfrica, Indonesia, Australia, Estados Unidos, Rusia, Colombia y Chile. Desde el principio, todos los parámetros medioambientales tuvieron gran relevancia en la explotación de la central, especialmente en lo referente al control de las emisiones y de la calidad del aire en el entorno, dado el elevado contenido en azufre y cenizas del lignito local.
En consecuencia, con el fin de hacer compatibles el desarrollo económico y el uso de estos lignitos con la conservación del medio ambiente a lo largo de la vida de la central se llevaron a cabo una serie de actuaciones que conllevaron inversiones superiores a los 400 millones de euros. Como resultado de esas inversiones la central consiguió estabilizar las emisiones a la atmósfera en niveles inferiores a 1 tonelada por megavatio hora producido.
Se acabaron del todo los sueldos decentes en Andorra.