La llegada del frío trae consigo también un mayor número de incendios en viviendas consecuencia, en su mayoría, de un mal mantenimiento de las chimeneas. Sin embargo, también son frecuentes los incendios originados por estufas eléctricas y de gas. En la provincia de Teruel, el Servicio de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamento de la Diputación de Teruel (DPT) atiende, cada otoño e invierno, una media de 30 avisos en viviendas particulares, una cifra que supone alrededor del 70 % de los incendios que se producen durante todo el año en los hogares turolenses. También en la provincia de Zaragoza aumentan las intervenciones. El Servicio Provincial de Extinción de Incendios de la Diputación de Zaragoza (DPZ) llegó a atender el invierno pasado hasta cinco siniestros de este tipo en un solo fin de semana.
«Este año probablemente lleguen a producirse incluso más incendios debido al aumento del uso de la leña como consecuencia del encarecimiento del gasoil», advierte el jefe de intervención del Servicio Provincial de Extinción de Incendios de la DPZ, Manuel Martínez. Estos avisos se dan, principalmente, en viviendas rehabilitadas en el medio rural «debido a que en los pueblos es más común encontrar calderas de leña o fuegos bajos», detalla el jefe de intervención de la zona Oeste del Servicio de Bomberos de la DPT, José Luis Alejos.
Alejos señala que las calderas y fuegos de leña resultan los «más peligrosos porque son más complicados de controlar». «Una caldera de gas la puedes apagar de un botón pero un fuego no», puntualiza. Si a esto le sumamos que en las «casas de los pueblos rehabilitadas se suelen esconder los conductos de ventilación de las chimeneas con vigas o pilares de madera«, las probabilidades de que se produzca un incendio aumentan, explica el bombero. Aunque estos conductos suelen estar cubiertos por materiales aislantes, si se produce una fuerte llamarada, se pueden romper o calentar tanto que seque la madera y esta comience a arder a los 2 o 3 días. Además, las combustiones consecuencia de estos picos de calor se caracterizan por ser muy lentas y no producir grandes fuegos.
Una de las señales para detectar estos incendios, y que suele ser el motivo principal por el que los propietarios avisan al servicio de Bomberos, es el olor permanente a quemado dentro de la vivienda. «En estos casos, lo que hacemos es hacer agujeros en las paredes para sanear las partes afectadas y cortar la combustión», apunta Alejos.
Recomendaciones para el uso de chimeneas
Más vale prevenir que curar. La mayoría de los incendios con chimeneas en hogares se pueden evitar con un correcto mantenimiento de los tubos de evacuación de humos. No solo es importante limpiar la base de las calderas de leña o de los bajos fuegos, donde quedan las cenizas, sino que también es necesario deshollinar la chimenea porque al quemarse la madera, la resina se va quedando pegada a las paredes de los tubos creando una capa denominada creosita.
«Esta creosita prende fácilmente si le alcanza una llama alta o cuando se expone a altas temperaturas y es, entonces, cuando se produce esa fuerte llamarada que puede comprometer el estado de los tubos», señala Alejos.
Además, se debe tener en cuenta otro factor: la cantidad de leña que se echa al fuego. «Es preferible ir echando leña poco a poco para que el fuego se mantenga, aunque caldee la casa más despacio, que echar un montón y crear un fuego difícil de controlar», recuerda el jefe de intervención de la zona oeste de Teruel.
Recomendaciones para el uso de estufas
No solo se debe tener cuidado con las calderas y fuegos bajos de leña, las estufas eléctricas y de gas son otras de las causas por las que se incrementan los incendios en las estaciones de otoño e invierno. Aunque no haya un fuego como en el caso de las calderas de leña, las estufas siguen siendo una fuente de calor. Por ello, se deben colocar lejos de cortinas, muebles de madera y materiales inflamables ya que, con el calor que emanan, desecan la humedad de los materiales y favorecen la combustión.
Además, estas estufas no se pueden conectar a cualquier enchufe. En las viviendas podemos encontrar de dos tipos: los enchufes de tierra y los de alumbrado. Los de tierra son los destinados a aparatos eléctricos con más potencia, como un secador o una estufa, y están compuestos por un cable más, el de tierra, que al ser más gordo, soporta una mayor cantidad de voltios. En cambio, el cable de los enchufes de alumbrado es más fino y es más probable que si se conecta una estufa eléctrica, que demanda muchos voltios, se caliente provocando un incendio eléctrico dentro de la pared de la vivienda. Lo mismo ocurre si estos aparatos se conectan a una regleta.
Por otro lado, las estufas de gas suponen un doble riesgo ya que pueden provocar tanto incendios como intoxicaciones por inhalación. Por ello es aconsejable disponer de detectores de humo y de monóxido de carbono si tenemos estos aparatos. Además, para evitar un incendio, la primera recomendación a tener en cuenta es alejar la bombona de enchufes, interruptores y fuentes de calor. «Si la bombona se queda abierta o se produce un escape de gas, una sola chispa produciría una llamarada», explica Alejos.
Por esa misma razón, si se sospecha que huele a gas es importante no encender luces, comprobar si la bombona está bien cerrada y, en el caso de que se trate de un escape de gas, abandonar inmediatamente la vivienda y llamar al 112.
También es fundamental no sobrecargar los circuitos eléctricos, ya que en muchas ocasiones tener enchufados demasiados aparatos en un mismo enchufe provoca un cortocircuito que puede desembocar en un incendio en una vivienda.
Consejos ante un incendio
- Uno de los aliados que podemos tener en casa para pequeños incendios es un extintor polivalente de polvo que, además, son muy efectivos frente a fuegos en madera. Se deben colocar en una zona visible y cercana a una puerta para evitar desorientarnos con el humo.
- Si el fuego está descontrolado, hay que abandonar la vivienda y llamar al teléfono de emergencias 112. A veces se da por supuesto que alguien ha avisado cuando en realidad nadie ha llamado.
- Si es posible, antes de salir, cerrar todas las puertas y ventanas, tanto de la habitación donde haya comenzado el siniestro para evitar que el fuego y el humo se extiendan por toda la vivienda, como del resto de la casa. Es lo que comúnmente los efectivos se refieren «cierra la puerta al fuego». Con esto reduciremos además la intensidad de las llamas al acabar con la entrada de oxígeno en la habitación.
- En el caso de no poder salir a la calle, se debe esperar a los bomberos en la habitación más alejada al fuego con las puertas y ventanas cerradas, el hueco de debajo tapado para evitar que entre el humo, y una tela sobre la boca, ya que en muchos casos es más peligrosa para las personas la inhalación de humos que el propio fuego.
- Cuando el incendio se produce en un bloque de viviendas y al salir de una de ellas los inquilinos ven que hay humo en la caja de escaleras lo más seguro es quedarse dentro del piso con las puertas cerradas y colocar paños húmedos en las ranuras de la puerta. Lo más aconsejable en ese caso es permanecer en la habitación más alejada del fuego y avisar desde allí a los servicios de emergencias para informarles de que estamos atrapados.
- Acordarse de coger las llaves al abandonar la vivienda para entregárselas a los servicios de emergencias, ya que en muchas ocasiones se cierra la puerta sin tener las llaves y se retrasa la entrada de los efectivos.
- Es importante procurar mantener siempre la calma para poder tomar las mejores decisiones mientras llegan los efectivos de bomberos