Los pueblos buscan diferenciarse con propuestas novedosas en las que potencian sus características
Competir contra la oferta de sol y playa no es fácil pero el Bajo Aragón Histórico trabaja a nivel global en un desarrollo turístico cada vez más completo para atraer a visitantes durante la época estival. Además de los atractivos propios del territorio como el patrimonio monumental o natural, cada vez son más las propuestas y actividades que ponen en marcha ayuntamientos y comarcas que complementan a la iniciativa privada de establecimientos hoteleros y empresas del sector, muchos de ellos en marcha desde hace unos años gracias al impulso de ayudas de administraciones o fondos como el FITE.
Todo ello con una apuesta por la especialización potenciando lo más característico de sus zonas pero sin olvidar la oferta para sus vecinos. Muchas localidades doblan o triplican la población durante el verano por lo que incrementan servicios como el agua de boca o la recogida de basuras además de ampliar la oferta de actividades. Son muchos los pueblos pequeños que organizan cada vez más semanas culturales además de las tradicionales fiestas de verano. Es el caso de Allepuz, que de los 70 vecinos que cuenta en invierno pasa a 500 en verano. «Acabamos de celebrar las patronales y el 3 de agosto comenzamos con la semana cultural gracias a voluntarios del pueblo, cada uno organiza una actividad con lo que sabe hacer. Gimnasia, yoga, talleres infantiles,…por suerte somos muy participativos», explica su alcalde, Ignacio Martínez.
El turismo cultural, de sensaciones o de relax cuenta cada vez con más adeptos que huyen de las masificaciones de muchos municipios de costa y encuentran en el territorio bajoaragonés «alternativas» para esta época del año. Además, gracias a las comarcas u otras entidades como los Grupos de Acción Local las propuestas están cada vez más agrupadas y en un mismo folleto, web o Facebook puedes encontrar qué hacer a pocos kilómetros a la redonda.
Aunque la oferta está muy diversificada, cada localidad o zona busca especializarse o que le conozcan por un hecho concreto que atraiga turistas que se queden después por otras opciones. Más allá de los pueblos tradicionalmente turísticos, en los últimos años están surgiendo iniciativas novedosas que van calando gracias al boca a boca.
Es el caso de Fayón, en el Bajo Aragón-Caspe, que ha convertido dos hechos negativos que marcaron la localidad en el pasado en nichos turísticos: el embalse de Ribaroja y la Batalla del Ebro. El Ayuntamiento, que realizó hace unos años una importante apuesta por el turismo, realiza desde hace tres años paseos fluviales con lläut sobre el río Matarraña y su desembocadura en el Ebro, aprovechando la lámina permanente de agua generada por el embalse de Ribarroja, pantano que inundó el pueblo antiguo en los sesenta. «Recibimos un público familiar cada vez más diverso de comarcas vecinas al que cada vez más se unen visitantes del propio territorio. En lo que llevamos de 2019 este proyecto ya ha visto incrementados los visitantes en más de 200 respecto a 2018», apunta Eva Amposta, técnico de Turismo municipal. Se comenzó ofreciendo solo viajes en lläut y poco a poco han ido implementando su oferta. Los combinan con otras visitas a lugares de interés como la ermita del Pilar o el Museo de la Batalla del Ebro. También ofrecen degustaciones de productos en el propio lläut o en empresas. Para el verano de 2020, como pronto, esperan complementar las visitas con realidad virtual para que los visitantes vean in situ cómo era el pueblo antiguo inundado por la construcción del embalse o cómo se desarrolló la Batalla del Ebro.
Los paseos en kayak o el paddel surf también son una propuesta que gana muchos adeptos. Es una de las apuestas del campin de Alcañiz para dinamizar La Estanca junto a su piscina, los campus para niños y los talleres infantiles después del horario de comida, entre otros.
El turismo de rutas senderistas por la naturaleza y las piscinas naturales también están muy valorados. Al Parrizal y la Pesquera de Beceite, los más conocidos y visitados, que obligaron a regular el acceso al Ayuntamiento hace unos años y que incluso cuelgan el cartel de «lleno» en momentos puntuales; se han sumado en estos años otros espacios que han sido «descubiertos» para el público más allá de los propios vecinos. Es el caso del espacio de baño natural del Bergantes en Aguaviva o la ruta de las pasarelas de Valloré de Montoro de Mezquita, recientemente restaurada. Las casas rurales de esta localidad se han unido para crear la propuesta «En busca del tesoro del Maestrazgo». Se entrega un mapa en el que están marcados los 36 puntos más interesantes para convertir a los visitantes en exploradores que recorren el tiempo y la historia presente en el entorno de forma divertida.
Precisamente, el Maestrazgo es una de las comarcas que más están potenciando el turismo. En verano recibe sobre todo a familias a diferencia que durante el resto del año, donde el perfil son escapadas de parejas o grupos. Para los padres con niños se han programado actividades como visitas guiadas y actividades tanto culturales como «experiencias» propias para ver de cerca una quesería o una bodega de vinos. El «turismo slow» es lo que potencia T-Guio, un ejemplo de que el turismo supone una alternativa para asentar población en los pueblos pequeños en colaboración con la administración. Se trata de una empresa que nació en 2018 que ofrece servicios como acompañamientos a la carta y actividades y que ha creado «Abriendo Pueblos», un proyecto que surgió en el marco de un programa para convertir a la provincia en destino de turismo sostenible impulsado por la Diputación de Teruel y de hecho, resultó premiado por la propia institución entre numerosas propuestas. Su impulsora es Serafina Buj, una vecina de Villarroya de los Pinares de 55 años que en 2018 decidió emprender su propio negocio en su zona. «Ya le estaba dando vueltas a cómo mostrar los pueblos más pequeños, los que no pueden permitirse tener personal fijo dedicado al turismo. He llegado a un acuerdo con sus ayuntamientos para que me permitan mostrar sus espacios pero de una forma tranquila, sin mirar el reloj. Un concepto de viajero del siglo XIX con el que pararnos tanto en un mirador como para hablar con un pastor», explica Buj.
El perfil del turista que llega a la zona sigue siendo mayoritariamente catalán y valenciano aunque sin olvidar al del propio territorio. La zona ofrece muchas propuestas para hacer planes de fin de semana a pocos kilómetros. Esto es lo que intenta potenciar Turismo Matarraña, que desde Valderrobres, Fuentespalda y Alcañiz ofrece propuestas enfocadas al turista local ofreciendo visitas guiadas por varios pueblos. Una de las actividades por la que apostaron es el inicio a la espeleología, una actividad que «entusiasma» al público familiar en la Coveta del Aigua de Fuentespalda. «A veces desconocemos que podemos hacer algo diferente prácticamente al lado de casa», explica su gerente, Luis Serrat.