Cristina López y su marido, Francisco Lozano, son dos de los nuevos pobladores de Estercuel. Él está jubilado, y ella es administrativa en búsqueda de empleo. Antes vivían en Artés (Cataluña), pero la búsqueda de la tranquilidad les llevó a tomar la decisión de comprar una casa en la localidad hace un par de años.
«Nos gustaba esta zona de Aragón. No es que tengamos familia ni descendamos de aquí, pero habíamos venido de vacaciones anteriormente y ya conocíamos la Comarca», afirma Cristina. Tras restaurar la vivienda, la pareja se empadronó e instaló definitivamente este pasado 2021.
Cristina reconoce que no tiene tiempo para aburrirse. Se ha apuntado a la asociación de mujeres de la localidad para hacer manualidades de todo tipo, da paseos hasta el Monasterio del Olivar, lee, hace ganchillo… También se ha hecho voluntaria para ayudar con el control de las colonias felinas.
Además han adoptado recientemente un perro, por lo que se sienten más acompañados aún si cabe.
Por otra parte, el desplazamiento a otros núcleos más grandes de población, como Teruel o Zaragoza, se puede realizar en cualquier momento con el coche. «Lo que yo también buscaba era tener cerca algún lugar cercano al que poder ir de tiendas y saber que a la vuelta voy a tener de nuevo la tranquilidad del pueblo», recalca.
Admite también que, «para ser un pueblo tan pequeño, tiene muchos servicios: peluquería, farmacia, restaurantes, bar…». Solo echa en falta uno, que es básico y muy importante para el medio rural y del que se está hablando últimamente: el servicio de ambulancia cuando hay alguna urgencia sanitaria. Recuerda que unos meses atrás, su marido tuvo que desplazarse hasta Alcañiz por sus propios medios para ser atendido porque la ambulancia no llegaba.
La valoración de su estancia a lo largo de este periodo de tiempo es más que positiva, pese a no haber podido disfrutar todavía de ningún acto festivo tradicional por el covid-19. «La acogida por parte de todos los vecinos ha sido muy buena. Estamos muy contentos».