Incomunicación total. Esta es la sensación que muchos vecinos del Matarraña experimentamos durante varios días. Voy a relatarles el caso de Beceite. Aunque soy consciente de que hubo localidades en el valle del Tastavins, especialmente en Peñarroya, donde la situación aún fue peor. La borrasca Gloria dejó en el Matarraña la nevada más intensa y torrencial desde, por lo menos, diciembre de 1962. Hubo también un célebre temporal en 1971 que dejó espesores de nieve muy abundantes pero que, según los mayores del lugar, no llegaron a los registrados en este último temporal. En este caso los registros alcanzados según Aemet, fueron de 230 litros por metro cuadrado en Beceite y 197 litros en Valderrobres. Si bien, es previsible que mucha de la nieve acumulada en los vasos pluviométricos no llegara a contabilizarse.

La gran precipitación en forma de nieve que comenzó a caer durante la jornada del lunes no llegó todavía a colapsar el Matarraña aunque apuntaba maneras. Las máquinas quitanieves funcionaron e internet y la telefonía móvil siguió en servicio. Sin embargo comenzaron ya los cortes de luz en algunas poblaciones como Arens de Lledó. Lo peor estaba por llegar. Los relámpagos y truenos durante la madrugada del lunes al martes hicieron temer lo peor. Con las primeras luces del día los beceitanos nos encontramos con un espesor de nieve de más de 75 centímetros que imposibilitaba o permitía a duras penas a una persona joven salir a la calle sin raquetas, artilugio que no abunda en nuestras latitudes mediterráneas.
La carretera permaneció cortada durante toda la jornada debido a que la quitanieves pinchó debido a un pino de grandes dimensiones que invadió la calzada y que se hallaba enterrado entre la nieve. Sin electricidad, sin telefonía, con la carretera cortada y, en algunos momentos, sin agua corriente la localidad se encontraba totalmente incomunicada. No solo la localidad. Los moradores de muchas de las viviendas ubicadas en calles relativamente anchas vieron cómo era inútil salir de casa ya que dar más de 30 o 40 pasos constituía un gran esfuerzo. Todo un peligro además situarse cerca de los tejados de las viviendas por riesgo de un desprendimiento de nieve.

En torno a medio día llegó la electricidad y comenzó a llover de forma torrencial. Lejos de arreglarse la situación, las calles de los municipios comenzaron a parecer grandes piscinas de agua y se temió una gran riada, como así fue. Durante varias horas el Matarraña parecía querernos recordar a todos la histórica riada de octubre de 2000. Todo ello sin teléfono y con muchas personas sin poder salir de casa. La situación llegó a ser límite para muchas familias. Una vivienda habitada sufrió el hundimiento parcial de su cubierta y sus dos moradoras tuvieron que ser realojadas en una vivienda contigua. Afortunadamente paró de llover. Una vez recuperada momentáneamente la telefonía, escribí a mis compañeros de La COMARCA, que no supieron nada de mí desde el lunes por la noche.

No fue hasta el miércoles a medio día cuando por fin paró de nevar y llover y pudo llegar una quitanieves. De igual modo las máquinas del municipio y muchos vecinos a título personal comenzaron a limpiar las calles del pueblo. Tras 36 horas aislados del mundo, ya se podía bajar a Valderrobres. La telefonía sin embargo se recuperó el jueves por la mañana.
Nunca en la historia reciente se había vivido una situación de incomunicación durante tantas horas y días. Durante todo aquel tiempo muchos vecinos pensamos en el hipotético caso de que le ocurriese algo a cualquier vecino y en la imposibilidad de dar un aviso y recibir ninguna respuesta del exterior. Los que con mayor preocupación, sin duda, vivieron todas esas horas fueron los ganaderos, sin ninguna información de cómo podrían encontrarse sus explotaciones ganaderas y con la imposibilidad de acceder incluso con sus tractores.
Recuerdo que en diciembre de 2001, en la peor ola de frío de los últimos años, el Matarraña se quedó muchas horas sin suministro eléctrico con temperaturas que bajaron de los -10ºC. Sin embargo en aquella ocasión, los espesores de nieve apenas superaron los 15 o 20 centímetros, por lo que existió la posibilidad de salir de casa en caso de necesidad.
Desolación y angustia en el Matarraña
Desolación y angustia. Esta fue la sensación que cientos de matarrañenses sintieron durante el paso de la borrasca Gloria y sobre todo tras constatar los daños causados por el temporal de nieve. Las pérdidas en la capital del Matarraña todavía no se han contabilizado. Sin embargo, todo indica a que, solo en daños a infraestructuras municipales, superarán el millón de euros. La nueva cubierta del pabellón municipal se hundió y uno de sus muros resultó gravemente dañado. Por todo el casco urbano se suceden las cubiertas metálicas y de uralita que han sido víctimas del enorme peso. De igual modo decenas de coches resultaron afectados por las avalanchas producidas desde los tejados por el deshielo de la nieve. La pista Montecarlo es otra de las que sucumbió al enorme peso de la nevada. Solo en el consistorio estiman que las pérdidas económicas serán, como mínimo, de 1 millón de euros. «Siento mucha tristeza. En menos de 24 horas a agricultores, a ganaderos y a muchos valderrobrenses les ha cambiado la vida. Cuando restablezcamos mínimamente la normalidad veremos cómo subsanamos este enorme daño», explicó Carlos Boné, alcalde de Valderrobres.

También empresas como Grupo Arcoiris se vieron afectadas. Un hangar de la fábrica de Guco y el tejadillo del aparcamiento cayeron literalmente por el peso de la nieve. De igual modo las instalaciones de la ciudad de la carne se vieron seriamente afectadas. Desde la empresa confían en recobrar la normalidad lo antes posible aunque reconocen que los daños son «muy importantes». Añadieron que en los próximos días se evaluarán los cuantiosos daños.
Solidaridad en Peñarroya de Tastavins
También la solidaridad entre vecinos funcionó en muchos municipios, pese a que el martes resultó imposible poder salir de casa en muchos casos. En Peñarroya sin embargo aumenta la indignación por haber estado desde el lunes por la noche hasta el jueves por la tarde sin suministro eléctrico. En la localidad tuvieron temieron que algún vecino pudiese verse afectado por la falta de calefacción y víveres. «Hemos ido casa por casa, persona por persona, para preguntar cómo se encuentran y cuáles eran las necesidades primordiales que pudiesen tener», explicó Ruben Lombarte, segundo teniente-alcalde de Peñarroya de Tastavins. Algo que también funcionó en otras localidades como Arens de Lledó. A pesar de que allí la nevada fue algo menor que en las localidades del Tastavins, la localidad estuvo desde el lunes a las 17.00 horas hasta el miércoles a las 21.00 sin fluido eléctrico.

Angustia en La Portellada
Lo vivido por los vecinos de La Portellada refleja muy bien lo ocurrido en muchas de las 18 localidades restantes del Matarraña. Los vecinos no han recuperado todavía la cobertura móvil desde que se iniciase el temporal de nieve y lluvia. Denuncian un «total estado de abandono» después de haber estado más de 48 horas sin luz. En muchas explotaciones ganaderas se han instalado grupos electrógenos como forma provisional para que los animales no perezcan. Sin embargo, explicaron, las instalaciones están al límite y podrían comenzar a fallar en las próximas horas. Asimismo, varios desmontes de la carretera que les comunica con Valderrobres presentan riesgo de derrumbe.