El pasado 15 de agosto, el recortador aragonés David Cortés sufrió una terrorífica cornada en Puerto de Sagunto. El asta del toro le destrozó el ojo derecho, igual que al matador Juan José Padilla en Zaragoza. Tras salvar milagrosamente la vida, un mes después, se decide a contarlo.
Buenos mediodías.
Ya perdonará que venga unos minutos tarde. Han venido a casa a verme la cicatriz, me han terminado de quitar las grapas y demás. ¿Vio usted la cornada?
Claro que la vi. Fue durísimo...
Afortunadamente, me he recuperado. No me pregunte por qué, pero llevaba varios días que sabía que me iba a pillar el toro.
¿Por qué fue entonces a Puerto de Sagunto?
Porque es necesario romper esa barrera psicológica. Llevaba semanas sabiendo que iba a caer. No sabía si allí o dónde. Los toros están para pillar. Me cogió por mi culpa. No aseguré y me cogió.
¿Cómo narraría la cogida?
Me equivoqué. El toro me pinchó en la pierna y me volteó. Caí al suelo. Fui consciente de todo. Pensé que no me había metido el pitón en el ojo, que había sido al caer y pegarme con alguna piedra. Llegó la ambulancia. Recuerdo que me metí por mi propio pie. Ayudado, pero por mi propio pie.
Alucino…
Me llevaron al hospital de Sagunto. Como era muy grave la herida, corriendo al Clínico de Valencia. Allí le dije a la médico que me salvara el ojo, que tenía 32 años y no podía perder el ojo.
¿Qué le dijo la médico?
Me dijo que el ojo lo perdía, que lo llevaba deshecho, que la única forma de salvarme era quitarme el ojo, que no llevaba ojo, que era un bola explotada. También me dijo que el pitón había llegado muy cerca del cerebro, que llevaba el cráneo abierto. Luego, me animó y me dijo que con una prótesis no se me iba a notar. Se me cayó el mundo encima. Además, yo soy muy presumido.
Ya se nota: va como un pincel...
Me metieron al quirófano. Nueve horas y media de operación. Desperté y no veía por el ojo derecho. Pero podía hablar y recordaba. Los médicos hablaban en valenciano. Había riesgo vital.
Y tanto…
Las 48 primeras horas fueron durísimas. Me quedé sin capacidad pulmonar, tragué sangre y los médicos no sabían de dónde venía. Vomitaba coágulos como cuando matan a los tocinos. Me decían que iba bien, pero yo pensaba que era para consolarme. Estuve once días en la uci. Siempre pensé que me salvaría, nunca tuve miedo.
¿Miedo? Menudo es usted…
Mejor dicho, nunca tuve miedo a morir, pero sí a quedar desfigurado. Tomé la decisión de no mirarme al espejo, pero me vi sin querer a los once días.
¿Cómo sin querer?
Mi hermano Sergio apagó la pantalla de su móvil y me vi reflejado.
¿Y cómo se vio?
Muy inflamado. Decía que esa cara no era la mía. Poco a poco, fui cogiendo fuerzas. Siempre me sentí arropado por mis padres, Luis y María José; por mis hermanos, Jorge y Sergio; por todos…
José Manuel González ‘el Poca’ colgó en la red un vídeo precioso.
El Poca es un fenómeno y una gran persona. He sentido el cariño de todo el mundo. Incluso me llamó Juan José Padilla.
Qué detallazo, Padilla...
Por fin, los médicos me dieron el alta. Me dijeron también que había tenido muchísima suerte, que no sabían cómo me habían podido reconstruir la cara porque los huesos eran todo añicos.
Ha quedado muy bien, David. Por cierto, ¿por qué se retiró cuando estaba en la cima?
Es la vida. De 2007 a 2011 gané dinero, yo comía de esto, incluso gané el concurso de Zaragoza en 2009. Pero decidí dedicarme a la ganadería. Ahora tengo 2.300 ovejas entre las explotaciones ovinas de Albalate de Arzobispo, Moneva y Villar de los Navarros.
Después de escapar de la muerte, ¿volverá a ponerse delante de un toro?
Si puedo, claro que sí. He perdido un ojo, pero volveré a ponerme delante de un toro.
Ala pues. ya has visto que esto no es broma. A cuidarse. Todos disfrutaron de tu cojida, menos los tuyos. Esto es asi, Un abrazo valiente.
Quién coño va a disfrutar de la cojida? Sería algún descerebrao